Tabla1. Los efectos multiplicadores de una inversión dirigida a la economía verde
"(...) la clave radica en canalizar las
inversiones públicas, como gran tractor de las privadas, hacia proyectos
que generen pocas externalidades ambientales: una recuperación baja en
carbono, en definitiva. Esto reduciría emisiones de gases de efecto
invernadero –contribuyendo a detener el cambio climático– y, a su vez,
se abriría la posibilidad para crear más empleos y crecimiento económico
de lo que lo haría una recuperación alta en carbono.
Es decir, el
planteamiento radica en actuar de forma opuesta a lo hecho a raíz de la
Gran Recesión, sobre principios que en absoluto son utópicos:
- El despliegue de un haz tecnológico ya existente (es decir, no improvisado), con clara vocación de preservación ecológica de forma que el apuntalamiento de los proyectos que van en la dirección de un nuevo modelo de crecimiento más respetuoso con el capital natural esté en el horizonte.
- La canalización de capitales públicos hacia las actividades que infieran una mayor descarbonización, prescindiendo, por tanto, de los combustibles fósiles, y que esos flujos monetarios se encuentren bajo el control de los gobiernos y de las autoridades comunitarias para comprobar que los destinos son, en efecto, estimular la economía productiva en esos sectores emergentes.
En
un estudio muy reciente, H. Engel-A. Hamilton-S. Hieronimus-T.
Nauclér-D. Fine-D.Pinner-M. Rogers-S. Bertreau-P. Cooper-S. Leger (mayo
de 2020), para la agencia McKinsey, proponen, para un país europeo con
un contingente demográfico determinado (50-70 millones de habitantes) la
movilización de entre 75 y 150 mil millones de euros de inversión en
sectores bajos en carbono y generadores de externalidades ambientales
menores, lo que podría suponer entre 180 y 350 mil millones de euros de
valor añadido bruto y la creación de hasta tres millones de nuevos
empleos, muchos en sectores y categorías demográficas donde los trabajos
son ahora mismo altamente vulnerables:
(https://www.mckinsey.com/~/media/McKinsey/Business
Functions/Sustainability/Our Insights/How a post-pandemic stimulus can
both create jobs and help the climate/SVGZ-COVID19-Carbon-ex1.ashx)
A
su vez, esto permitiría una reducción de las emisiones de carbono del
15 al 30 por ciento para 2030. El estudio econométrico del gasto
gubernamental en tecnologías energéticas mostró que las asignaciones a
energías renovables pueden crear cinco empleos más por millón de dólares
invertidos que el gasto en combustibles fósiles. Estos resultados se
basan en una cuidadosa selección de medidas de estímulo de un menú
inicial de casi cincuenta opciones.
El trabajo sustenta las estimaciones
de los multiplicadores de valor añadido bruto de cada medida potencial
en las observadas para actividades similares en las principales
economías de la Unión Europea. El potencial de creación de empleo se
estimó mediante un análisis de regresión que consideró el empleo
directo, indirecto e inducido con respecto a las características de
diversas actividades económicas (Garret-Peltier, 2017). Las conclusiones
son reveladoras (consúltese tabla 1 y gráfico 2):
Gráfico 2. Multiplicadores en inversión en actividades bajas en carbono (país europeo entre 50-70 millones de habitantes)
- Cada euro invertido generaría entre 2 y 3 euros de valor añadido bruto.
- El impulso de empleo de este paquete de estímulo también sería sustancial: 1,1 millones a 1,5 millones de nuevos empleos en el extremo inferior del rango de gasto y de 2,3 millones a 3 millones en el extremo superior.
- Todo este dinero y sus efectos deberían ayudar a que la transición del país a una economía baja en carbono avance. De hecho, estas medidas podrían ayudar a reducir las emisiones de CO2 –15 a 30 por ciento, como se ha dicho, en relación a los niveles actuales– para 2030. Tal disminución explicaría una buena parte de la reducción de emisiones del 50 por ciento que se considera necesaria para lograr un calentamiento de 1,5 °C. (...)
- Conclusión
Este texto ha pretendido apuntar tan sólo una dirección importante para
la canalización inversora, en una coyuntura, la actual, en la que se
están planteando, al menos teóricamente, ambiciosos programas de
inversiones en la Unión Europea. Alemania, Francia, Italia, España –por
citar sólo algunos países–, han enfatizado una estrategia de inversión
pública que, además, se ha visto aguijoneada por el planteamiento de la
Unión Europea para concretar un paquete inversor en forma de préstamos a
fondo perdido y con créditos a bajo coste para los Estados.
La
incógnita es canalizar esos recursos de la mejor manera posible, para
que actúen no sólo como diques de contención a la crisis económica y
social, sino también para que se erijan en espoletas financieras que
abran nuevos nichos de ocupación, amparados en actividades menos
agresivas con el medio ambiente. Este es, a nuestro juicio, el desafío
central. Las investigaciones sobre multiplicadores fiscales pueden
contribuir a aclarar estos aspectos.
El gráfico 2 sintetiza 12 grandes
áreas de posibles inversiones, algunas de ellas ya en funcionamiento de
forma modesta, otras con mayores capacidades; en cualquier caso, no se
está hablando de proyectos abstractos o poco plausibles. No hay invención alguna, ni filosofías teoréticas.
Estas inversiones, según los trabajos de Garret-Peltiera (2017) y de
Engel et alter (2020), infieren círculos virtuosos a la economía, con
positivos impactos sociales: promociones más ecológicas que, además,
excitan -si el marco regulatorio es el adecuado- las iniciativas
privadas y que, en su contexto, generan empleos."
(Carles Manera, Catedrático de Historia Económica y José Pérez-Montiel, Profesor de Economía, ambos en la Universidad de las Islas Baleares. Economistas frente a la crisis, 02/06/20)
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