22.6.20

La presente crisis no es un paréntesis, sino el punto de partida para una redistribución del poder económico global... Alemania lleva ya invertido en su economía más de un billón de euros, lo que otorgará a sus firmas un recorrido mucho mayor que las que tendrán las españolas... que se convertirán, dada su previsible debilidad, un objetivo de adquisición. Este es el momento en el que empieza a decidirse el futuro... si sólo ayudamos a firmas de grandes dimensiones, con accionistas enfrentados, que sólo buscan la rentabilidad rápida y que carecen de vínculos reales: hoy están aquí, mañana en Singapur, seremos pasto alemán

"(...) La presente crisis no es un paréntesis, sino el punto de partida para una redistribución del poder económico global

Los planes europeos para la recuperación van a alterar sustancialmente el mercado interno de la UE, potenciarán a algunos países y a sus empresas, y supondrán un problema para otros. Por ejemplo, la cantidad de dinero que lleva invertida Alemania en su economía, más de un billón de euros, otorgará a sus firmas un recorrido mucho mayor que las que tendrán las españolas, y eso contando con que los puntos de partida eran ya desiguales.

 El desarrollo estadounidense y el ascenso chino conducirán a que esas dos grandes potencias cuenten con el dinero y los instrumentos necesarios para crecer ampliamente en el extranjero, ya sea a través de la tecnología, de la compra de infraestructuras o de la entrada en el accionario de diferentes empresas. 

No es una buena noticia para las compañías españolas, que son, dada su previsible debilidad, un objetivo de adquisición. Algunos de esos movimientos los estamos viendo ya, y están construyendo un escenario que coloca en una posición difícil no sólo a los ciudadanos de los países que no logren salir bien de la recesión, también a sus élites.

Por eso conviene ser cuidadosos con la lectura de la situación. Sería fácil reducirla al ámbito español y entender que es una reedición de las peleas territoriales, de Madrid contra el resto de España o del nacionalismo centralista contra los periféricos. También sería sencillo entender que hay una posición de repliegue por parte de las derechas nacionales que es combatida mediante la alianza entre las derechas periféricas y las izquierdas. Pero lo que está en juego va mucho más allá de eso.

Este es el momento en el que empieza a decidirse el futuro. Se está insertando dinero en nuestra economía por parte del Gobierno, y sería el instante en que habría que poner las bases para saber dónde queremos ir. De momento, parece que la mayor parte de los sectores están buscando únicamente un reparto que les sea favorable, y captar fondos que les solucionen el mal momento, pero sin tocar nada estructural.

 Esta es una opción, la que prefiere coger el dinero, seguir adelante, y después cuadrar las cuentas públicas mediante más esfuerzos de la sociedad española y sin modificar demasiado los instrumentos impositivos; dado que esta es una crisis sobrevenida, se tiene la esperanza de que en un par de años como mucho habremos levantado cabeza y todo estará olvidado. Hay otra opción, la de utilizar el dinero para ahondar en la digitalización, poner en marcha estructuras de aprendizaje más sólidas y girar hacia las renovables.

Ambas opciones tienen un lado bastante negativo, porque suponen la repetición del momento Gorbachov: se recibe una estructura que conduce hacia el declive y, en lugar de reorientarla, se opta por potenciarla. El final del camino, como sabemos, es que las partes rompan el todo, y mucho de eso lo estamos viendo ya. El poder político español está muy dividido, con facciones que parecen difícilmente reconciliables y que defienden intereses opuestos, y sin una aparente posibilidad de recomposición.

 La estructura territorial de España muestra muchas debilidades, con la tensión entre el centro y las periferias, y con las diferencias grandes entre Madrid, Barcelona, País Vasco y la España vacía. Tampoco desde el punto de vista social existen grandes coincidencias, con la desigualdad aumentando, con posiciones culturales muy enfrentadas y sin movimientos desde la sociedad que permitan empujar en otra dirección: si las fuerzas sociales construyen el mundo, hoy parecen estar bastante dormidas, salvo para ratificar la división.

5. Las lecciones

Las opciones que se están eligiendo para salir de la pandemia ahondan más en esas brechas, como si todo esto no fuera más que un paréntesis que pasará y que nos permitirá llevar la misma vida que antes. Económicamente, desde luego, no será así

Y las empresas españolas de mayores dimensiones lo notarán sustancialmente. En un entorno de competencia global, nuestras firmas tienen mal futuro: muchas de ellas irán perdiendo cada vez más partes de su negocio, en general a manos de las tecnológicas, o verán cómo los fondos aumentan su peso, o serán directamente adquiridas.

 Las pymes, a su vez, tendrán muchas más dificultades para subsistir o desarrollarse, y los trabajadores sufrirán, ya que el presente modelo apunta hacia la competencia vía devaluación salarial. Y todo eso nos llevará a entornos políticos, sociales y económicos todavía más divididos, que harán aún más difícil gobernar nuestro país de forma provechosa.

Sin embargo, podemos aprender también de las lecciones que estos ejemplos nos ofrecen y entender algo muy básico, pero que debe repetirse en este instante. Especialmente en entornos y países perdedores, y el nuestro lo es, la única capacidad de salida es común. Existe una ligazón clara entre un nivel de vida más elevado de la población, mayor consenso social y mayor fortaleza de las élites para competir con el exterior, como sabemos desde Maquiavelo

 Esto es lo que venía a subrayar la experiencia del País Vasco, el territorio que no quiso depender del turismo, y es algo que no hemos terminado de asimilar: cada cual hace la guerra por su cuenta, dando por supuesto que en solitario se llega mejor a la meta.

La negativa del ámbito económico a reconsiderar la situación, empezando por los empresarios españoles, a tenor de lo visto en las jornadas de la CEOE, y su insistencia en abrir todo pronto, coger el mayor número de ayudas y préstamos y luego solicitar ajustes, es una buena prueba de nuestras debilidades.

El camino de salida en otros momentos de la historia fue en sentido contrario. A veces se realizó a través de la acción estatal directa, como en el New Deal o tras la II Guerra Mundial; en otras ocasiones, mediante una iniciativa privada que movilizó capital destinado a la economía real, la que crea y potencia empresas y trabajo. 

 Dicho de otro modo, se priorizó en gran medida lo productivo sobre lo financiero, se optó por favorecer economías internas sólidas gracias al desarrollo de pymes, al refuerzo del poder adquisitivo de autónomos y trabajadores, a la vinculación de las firmas con el territorio, a la negativa a trabajar a corto plazo, y a poner gente al frente de las empresas que de verdad se juegue algo.

 En lugar de eso, estamos ayudando a firmas de grandes dimensiones, con accionistas enfrentados, que sólo buscan la rentabilidad rápida y que carecen de vínculos reales: hoy están aquí, mañana en Singapur. Si sumamos todos estos factores, es difícil encontrar una repetición más precisa del momento Gorbachov."                    (Esteban Hernández, El Confidencial, 20/06/20)

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