15.6.21

Daniel Bernabé: ¿Y ahora qué? Esta, y no otra, es la pregunta que ha sobrevolado la cuarta asamblea de Podemos... la respuesta, no pedir perdón por las expectativas inconclusas, sino reclamar su trayectoria presente. Nadie había llegado tan lejos en tan poco tiempo... Toca situar lo deseado sobre lo que se permite hacer. Y ahí está la llave para sobrevivir a tu protagonista

 "(...) En el final de la primavera de 2021, Podemos, ese partido, también objeto de deseo para los que escribimos, agitador del tablero conocido como bipartidismo, torre magnética para los odios reaccionarios, ha celebrado su cuarto congreso sin la presencia de su centro de gravedad, Pablo Iglesias, eligiendo como secretaria general a Ione Belarra (Pamplona, 1987), que ya relevó también al antiguo líder en el ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 tras su retirada a principios de mayo después de las elecciones madrileñas. (...)

La participación de un 38,5%, de un censo de simpatizantes que convendría actualizar desde los tiempos de fascinación popular tras la aparición de la organización, ha sido ligeramente menor que en la anterior asamblea, pero ha mantenido el tipo, a pesar de la ausencia de Iglesias, con 53.500 votos. (...)

De las fiestas conviene saber irse, como Iglesias, sobre todo cuando estas decaen en una liturgia en la que todo el mundo se conoce y el fin del festejo ya no ilusiona ni entristece, una situación en la que la izquierda más allá del PSOE está inmersa esperando contestar a una pregunta tan emocional como factual: ¿y ahora qué? (...)

Esta, y no otra, es la pregunta que ha sobrevolado la cuarta asamblea de Podemos, más allá incluso del relevo en su dirección.  (...)

En esta cuarta asamblea, ya sin Vistalegre, ni Iglesias, después del año y medio que nos ha dado la vuelta a la vida, ha tenido lugar esta nueva cita.  Podemos ha hecho algo bien en esta cuarta temporada, no abrirse las carnes en público, algo por lo que tuvo, más que afición, devoción en episodios anteriores. (...)

Parece lógico pensar que el congreso de un partido, más uno del que fue el abanderado de la nueva política, debería haber sido un debate diáfano en torno a cuestiones de urgencia sobre la implantación territorial, la afiliación declinante, los nuevos liderazgos pero, sobre todo, el programa político, el deseado pero sobre todo el posible, o ese paso irresuelto que tantas frustraciones está creando de asaltar los cielos a gestionar lo terreno. 

 Las cuestiones quedan pendientes, mal haría su renovada dirección en no enfrentarlas, pero peor hubiera hecho si ante una ausencia de oposición real interna, hubieran dejado entrever sus conflictos e incógnitas con tantas escopetas apuntándoles. Entre otras cosas porque, como ya le pasó a Izquierda Unida en su reciente XII Asamblea Federal de marzo de este año, la gran incógnita es cómo trasladar ese espacio llamado Unidas Podemos del Congreso de los Diputados a esa España que trasciende las fronteras que van de Neptuno a Sol. (...)

 Los mapas del futuro inmediato deben pasar por algo más que la construcción de un personaje público en torno a Yolanda Díaz. 

(...) existe una urgencia, en la derecha pero también en el progresismo, de acabar definitivamente con una izquierda que no sabe o no puede decantar el Gobierno hacia un cambio con lo esperable mayor, pero que por otro lado recuerda que en este país se obró un cambio social en la pasada década que sólo se reconocerá con el transcurrir del tiempo. Por ahora ese cambio es minusvalorado (...)

Podemos nació hijo de un momento tan duro como espectacular, en el amplio significado del término. Uno donde el país no sólo enfrentaba la salida a la mayor crisis económica de los últimos ochenta años, sino un grave problema territorial y una notable crisis de legitimidad institucional. Hoy, siete años después, muchos de esos problemas permanecen, algunos de ellos en mayor magnitud, otros esperando un camino para su atenuación. (...)

Una de las organizaciones clave para entender nuestra historia reciente permanece, ya en su forma adulta, esa donde todo brilla menos pero los resultados de su acción política son algo más que una chispeante narrativa de horizonte. 

Ese y no otro debe ser el contrato con el que Podemos encare su cuarta temporada: no pidiendo perdón por las expectativas inconclusas, sino reclamando su trayectoria presente. Nadie había llegado tan lejos en tan poco tiempo, el problema es que la distancia se queda corta de la marcada en sus inicios y los límites de lo posible demasiado estrechos para alguien que tuvo esa inexactitud llamada cambio como apellido. Toca situar lo posible sobre lo deseado, pero también lo deseado sobre lo que se permite hacer. Y ahí está la llave para, a diferencia de House of Cards, sobrevivir a tu protagonista."             (Daniel Bernabé, Público, 14/06/21)

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