"El Presidente ruso Vladimir Putin no ha ocultado su plan de mantener la presión sobre Ucrania hasta que se rompa la determinación occidental.
Tras más de 500 días de guerra de agresión, ahora tiene motivos para creer que las cosas están saliendo como esperaba, aunque los acontecimientos no se estén desarrollando como él hubiera imaginado.
Los gobiernos de Polonia, Estonia, Eslovaquia y otros países de Europa Central y Oriental han sido los aliados más firmes de Kiev desde el primer día de la invasión rusa a gran escala. Además de enviar armas y acoger a millones de refugiados ucranianos, han sido los más firmes defensores de Ucrania en Occidente, presionando para que se adopte una línea dura contra Moscú frente a las reticencias de países como Francia y Alemania.
Pero a medida que los líderes de algunos de estos aliados se enfrentan a batallas por la reelección u otros retos internos, y los gobiernos se ponen nerviosos por el impacto de la posible adhesión de Ucrania a la Unión Europea, ese apoyo empieza a flaquear.
El ejemplo más llamativo es Polonia, cuyo Primer Ministro, Mateusz Morawiecki, anunció el miércoles que dejaría de entregar nuevas armas a Ucrania. La declaración supuso una impresionante escalada en la disputa entre Kiev y su vecino más cercano de la UE por los envíos de grano que, según Varsovia, están socavando la producción de los agricultores polacos antes de las elecciones parlamentarias del 15 de octubre.
"Ucrania se da cuenta de que en los últimos meses no está en la frontera con Polonia, sino en las elecciones polacas", declaró Ivan Krastev, presidente del Centro de Estrategias Liberales de Sofía (Bulgaria). Así que, por ahora, "los votos de cien mil agricultores polacos son más importantes para el gobierno que cuál va a ser el coste para Ucrania. Y vamos a ver cómo esto ocurre en muchos sitios", añadió.
Morawiecki se enfrenta al duro desafío de Donald Tusk, ex primer ministro que también ha sido presidente del Consejo Europeo. Como parte de su estrategia electoral, el primer ministro está cortejando a los partidarios del partido de extrema derecha Confederación, que se opone a la ayuda a Ucrania.
"Ya no estamos transfiriendo armas a Ucrania, porque ahora estamos armando a Polonia con armas más modernas", dijo Morawiecki en una aparición en el canal de televisión polaco Polsat.
Aunque resulte tentador descartar las tensiones como fuegos artificiales electorales, hay razones para creer que podrían persistir más allá de la campaña. Como señaló un diplomático occidental que pidió no ser citado, la disputa sobre el grano entre Varsovia y Kiev revela recelos más profundos sobre la adhesión de Ucrania a la UE. "Durante 18 meses, Polonia ha acosado a cualquier Estado miembro que manifestara la más mínima vacilación hacia Ucrania", dijo el diplomático. "Ahora están mostrando sus verdaderos colores".
El problema para Kiev es que no sólo Polonia parece perder apoyo. Desde el comienzo de la guerra, los Estados bálticos han liderado la carga pro-Ucrania en Bruselas y Washington, quizás nadie con tanta fuerza o eficacia como la primera ministra liberal de Estonia, Kaja Kallas.
Hija de un ex primer ministro y ex comisario europeo, Kallas era vista como el emblema de una Europa del Este recién envalentonada que aprovecharía la crisis ucraniana para alcanzar posiciones de mayor poder en Bruselas. Sin embargo, la credibilidad de Kallas se vio afectada por un escándalo en el que se vio implicado su marido, de quien se supo que poseía una participación en una empresa que seguía haciendo negocios en Rusia tras la invasión de febrero de 2022, incluso cuando su esposa abogaba por poner fin a todo comercio con Moscú.
Preguntado por los problemas de Kallas, el ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, Margus Tsahkna, dijo que ninguna agitación política cambiaría el rumbo del país: "Siempre hay elecciones y siempre hay problemas internos, pero eso no cambia nuestra política", dijo Tsahkna. "Una cosa que Estonia ha tenido en todos estos 32 años es la misma política exterior continua".
Dicho esto, Kallas ha hablado mucho menos desde que estalló el escándalo a finales de agosto, privando a Kiev de uno de sus más firmes defensores en las capitales occidentales.
También está Eslovaquia. El país centroeuropeo ha sido uno de los mayores defensores de Ucrania, pero las elecciones del 30 de septiembre podrían convertirlo en un país escéptico de la noche a la mañana.
"Si tienes una sociedad en la que sólo el 40% apoya la entrega de armas a Ucrania y tu gobierno ofrece apoyo casi al nivel de los países bálticos, eso crea una reacción violenta", dijo Milan Nič, miembro del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.
Robert Fico, ex primer ministro populista del país, está haciendo campaña con una plataforma prorrusa y antiestadounidense que se opone a las sanciones contra individuos rusos y a más entregas de armas a Kiev. Va camino de ganar las elecciones, según el Poll of Polls de POLITICO.
Una victoria de Fico daría al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, uno de los mayores escépticos europeos de Kiev, un aliado en el escenario de la UE. Si su partido obtiene el apoyo suficiente para formar parte del gobierno, Fico declaró a Associated Press a principios de mes: "No volveremos a enviar armas ni munición a Ucrania".
No cabe duda de que Ucrania sigue contando con un gran apoyo en Europa. Lituania, Letonia, Rumanía, Suecia, Finlandia y otros países siguen firmemente comprometidos, y el presidente francés, Emmanuel Macron, ha respaldado recientemente a Kiev. Algunos analistas también restan importancia al papel de Polonia y Eslovaquia en este momento, señalando que no quedan muchas armas por entregar en los arsenales de estos países.
Kiev, por ahora, parece relajada. En una rueda de prensa tras un acto en Bruselas el pasado viernes, la viceprimera ministra ucraniana para la Integración Europea, Olha Stefanishyna, restó importancia a la estática entre Kiev y algunos de sus antiguos amigos: "Tenemos un firme compromiso y la confirmación política de que ninguno de los procesos políticos afectará al apoyo que estamos prestando", declaró.
Sin embargo, es difícil imaginar que en algún lugar Putin no se esté frotando las manos y observando."
( Nicholas Vinocur and Jacopo Barigazzi , POLITICO, 23/09/23;Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator)
"Polonia, el socio más importante de Ucrania en el seno europeo, ha demostrado esta semana que su lealtad a Kiev termina donde empiezan sus intereses nacionales.
El primer ministro, Mateusz Morawiecki, ha causado un gran revuelo mediático y político tras asegurar que ya no enviaría armas al país vecino. Tras las críticas, el Estado se ha visto obligado a matizar sus palabras.
Pero la lección de Polonia enseña ya que, tras más de 500 días de guerra, los intereses nacionales mandan, la presión interna en los gobiernos crece y es progresivamente complicado mantener el ritmo de ayudas financieras y donaciones de material bélico al frente ucraniano.
"Ya no transferiremos más armas a Ucrania porque debemos armar a Polonia con material más moderno", afirmó por sorpresa Morawiecki en la cadena nacional Polsat.
El presidente polaco, Andrzej Duda, tuvo que salir poco después al paso de estas declaraciones matizando que las palabras de su primer ministro se habían "malinterpretado" y que se refería a que Varsovia no enviaría el nuevo armamento que estaban adquiriendo, pero sí cumpliría con los acuerdos rubricados hasta la fecha.
En cualquier caso, la tensión entre Varsovia y Kiev lleva meses aflorando en el marco de la crisis del grano. Y el motivo que colea de fondo no es otro que las elecciones cruciales que el país celebra el 15 de octubre. En ellas, el partido en el poder Ley y Justicia (PiS) -aliado de Vox en la Eurocámara- podría perder el poder por primera vez desde 2015.
Con una extrema derecha pisando el acelerador por reducir las ayudas a Ucrania, el partido que lidera Jaroslaw Kacyniski se ha volcado en defender el "Polonia primero". Por ello, veta desde hace meses la entrada de grano a su territorio.
Polonia es uno de los países europeos con más agricultores y ganaderos. Las elecciones se juegan en el mundo rural y el PiS se ha empleado con fuerza en erigirse como defensor de su sector primario, aunque ello suponga embarrar las relaciones con su vecino. Todo ello está levantando polvo en algunas capitales.
"Es una verdadera vergüenza que Polonia, hasta ahora un socio fiable, ponga fin a su apoyo militar justo ahora y lo comunique así", afirmó Ulrich Lechte, portavoz de Asuntos Exteriores del partido liberal alemán FDP, al periódico Die Welt, que culpó al Gobierno polaco de hacer campaña "a coste de Ucrania". (...)
Al potencial hartazgo bélico se une la dificultad de mantener la presión y el ritmo de sanciones a Rusia y de apoyo a Ucrania. Durante los primeros compases de la guerra, la UE aprobaba una media de un paquete punitivo contra Putin cada mes. Ahora ya nadie habla del número 12.
Durante este año y medio, el bloque comunitario ha destinado 80.000 millones de euros en ayudas a Kiev. Muchos de ellos para financiar el envío de armas. A la imposibilidad de continuar con este bazuca financiera se añade el desafío de la escasez de armas.
Las reservas de los Ejércitos nacionales se están agotando y la industria made in Europe es incapaz de hacer frente a las demandas para la mayor producción de armas de las últimas décadas. En medio de este rompecabezas, se sitúan los intereses nacionales.
La guerra en Ucrania ha sacudido los bolsillos de millones de ciudadanos con tasas de inflación récord en los precios de los alimentos y la energía. Y cada vez se torna más complicado mantener el apoyo de la opinión pública. Por ello, gobiernos como el polaco tienen todos estos elementos muy en cuenta a la hora de mover sus fichas.
También en noviembre, Países Bajos celebra elecciones generales tras la sorpresiva renuncia del liberal Mark Rutte durante el verano. Ámsterdam ha sido una de las capitales occidentales que ha hablado con más vehemencia sobre la defensa de Ucrania.
De hecho, bajo su liderazgo se ha emprendido el entrenamiento de soldados ucranianos para pilotar cazas modernos y el compromiso de enviar los primeros cazas F-16 al frente. Con unos comicios que se anticipan sin ganadores claros y con un Parlamento fragmentado, la precampaña electoral está virando ya a recuperar la confianza social y a proteger a sus ciudadanos. Y no en Ucrania.
La otra cita clave de las urnas pasa por Eslovaquia, otro de los tradicionales aliados de Kiev. Eslovaquia es, junto a Polonia y Hungría -el país menos simpatizante con Ucrania-, el otro que ha vetado la entrada de cereales ucranianos en sus fronteras.
Tras una crisis generada por escándalos de corrupción, los eslovacos se dirigen a las urnas el próximo 30 de septiembre. Y esta es una de las citas electorales donde hay más en juego. El líder populista prorruso Robert Fico, que ha hecho campaña en torno a frenar la ayuda a Kiev, parte de una buena posición.
Su llegada al Gobierno supondría un banderazo a Víktor Orbán, que dejaría de ser un paria en la mesa del Consejo Europeo ganando un aliado, y supondría una bofetada para los intereses de Zelenski.
A todo ello se suma de fondo la polémica en Estonia. La primera ministra Kaja Kallas, a la que algunos se han referido como la nueva dama de hierro europea, ha sido quizá la voz más firme contra Putin. Y de las que más ha empujado en Bruselas por más dinero, más armas y más apoyo a Ucrania.
Pero recientemente se desveló que su marido tenía negocios con vínculos rusos. Un escándalo que no ha propiciado su dimisión pero que le ha obligado a rebajar el tono y a una menor exposición pública.
Claves: elecciones en Europa y EEUU
Pero es en 2024 cuando llega el plato fuerte en términos electorales. Entre el 6 y el 9 de junio, cerca de 400 millones de ciudadanos están llamados a participar en las elecciones europeas, que serán el punto de partida de la legislatura 2024-2029.
Por primera vez desde la primera legislatura en 1979, la gran coalición de populares y socialdemócratas no se da por sentada. Con la extrema derecha europea atravesando el mejor momento de forma de las últimas décadas, las alianzas que se forjen dibujarán el presente y futuro de la Unión Europea y podrían tener poder de bloqueo en todo tipo de decisiones internas y externas.
Este periodo será crucial para consumar, o no, la entrada de países como Ucrania al bloque comunitario.
La otra fecha marcada a fuego es el 5 de noviembre. Los resultados de las elecciones estadounidenses pueden generar un cambio de guion de 180 grados en las ayudas a Ucrania y por tanto en el rumbo de la guerra.
Zelenski es consciente de ello y esta misma semana ha aprovechado su visita a la Asamblea General de la ONU para dirigirse a los congresistas estadounidenses y pedirles más ayudas.
Donald Trump está jugando al gato y al ratón con su postura sobre Ucrania diciendo generalidades como que acabará con la guerra si es reelegido inquilino de la Casa Blanca.
Las filas
republicanas están divididas, pero cada vez son más las voces que
muestran su disconformidad con desempolvar más dinero y armas para un
lejano Kiev mientras resuenan los ecos del America First." (María G. Zornoza , Público, 22/09/23)
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