"La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, negó el viernes que Estados Unidos vaya a utilizar sus fuerzas armadas en territorio mexicano, en respuesta a la noticia de que el presidente Trump había ordenado al Pentágono que enfrentara a los cárteles de la droga que Estados Unidos considera organizaciones terroristas.
“Estados Unidos no va a venir a México con los militares. Cooperamos, colaboramos, pero no va a haber invasión. Eso está descartado, absolutamente descartado”, dijo, añadiendo que leería la orden. “Ni es parte de ningún acuerdo, ni mucho menos”. Y añadió: “Cuando lo han llegado a plantear, siempre hemos dicho que no”.
Sigue sin estar claro qué planes está elaborando el Pentágono para una posible acción, y la orden plantea diversas cuestiones jurídicas. Tampoco está claro qué aviso tuvo el gobierno mexicano: aunque Sheinbaum dijo que funcionarios estadounidenses les habían informado a ella y a su equipo de que la orden iba en camino, tres personas familiarizadas con el asunto afirmaron que los funcionarios mexicanos se habían visto sorprendidos.
Dependiendo de lo que haga Estados Unidos, México podría retirar su cooperación en temas como la seguridad y la migración, según las tres personas, que hablaron bajo condición de anonimato para discutir deliberaciones internas delicadas.
Los funcionarios mexicanos han rechazado rotundamente, en público y en privado, las sugerencias de una acción militar estadounidense contra los cárteles de la droga en territorio mexicano.
La cuestión de la acción militar estadounidense lleva mucho tiempo causando escozor en América Latina, donde el historial de intervenciones de Estados Unidos se remonta a más de un siglo.
Si el Pentágono planea utilizar fuerzas en México o en cualquier otro lugar de América Latina, podría tensar los lazos hasta su peor punto en décadas, en un momento en que los países de la región intentan colaborar estrechamente con Estados Unidos en cuestiones importantes como la migración y la lucha contra el narcotráfico.
México, con sus profundos lazos comerciales y su estrecha colaboración con las fuerzas de seguridad estadounidenses, ha estado en el centro de muchos de esos esfuerzos.
“Necesitan la cooperación de México y necesitan que el Estado y la sociedad mexicanos funcionen. Esto no es Afganistán, donde el Estado está roto y puedes hacer lo que quieras porque hay un vacío”, dijo Arturo Rocha, quien dimitió a finales del año pasado de la Secretaría de Relaciones Exteriores mexicana, donde se encargaba de las relaciones con Estados Unidos.
“Este ha sido siempre el temor más profundo de México, esta sensación constante de que podríamos ser invadidos de nuevo por Estados Unidos”, añadió. “Tendría implicaciones importantes en términos de cooperación con Estados Unidos en el futuro. La presidenta ha dejado claro que nuestra soberanía es una línea roja”.
Las autoridades mexicanas pensaban que habían llegado a un punto de inflexión con el gobierno de Trump en la lucha contra el narcotráfico, tras haber lanzado una enérgica ofensiva contra el Cártel de Sinaloa, uno de los mayores productores mundiales de fentanilo. El cártel, uno de los más antiguos y poderosos de México, ha sufrido graves pérdidas mientras Sheinbaum desplegaba cientos de soldados para combatirlo.
Los funcionarios estadounidenses parecían satisfechos con los progresos, y habían pregonado un descenso del 50 por ciento en las incautaciones de fentanilo en los últimos meses en comparación con los mismos meses del año pasado. No está claro si el descenso se debe a que los cárteles se sienten presionados y frenan la producción o a que encuentran formas innovadoras de eludir la detección.
El embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, se jactó a finales del mes pasado de que el descenso de las incautaciones de fentanilo se debía “a una frontera segura” y a una “mayor colaboración entre Estados Unidos y México”.
Bajo el “liderazgo” de Trump y Sheinbaum, “los cárteles están quebrando y nuestros países son más seguros gracias a ello”, dijo Johnson en las redes sociales.
Washington también ha cooperado con México en materia de migración, que alcanzó mínimos históricos a principios de este año y fue un tema central de las campañas presidenciales de Trump.
La frontera entre Estados Unidos y México ha estado tranquila durante el último año, en gran parte porque México intensificó sus esfuerzos para impedir que los migrantes cruzaran su territorio. En junio se registraron los pasos fronterizos más bajos de la historia, según los datos de Aduanas y Protección Fronteriza, con 6072 migrantes interceptados en la frontera suroeste con México, frente a los 83.532 del mismo mes de 2024.
Una acción militar estadounidense en México podría ser políticamente desastrosa para Sheinbaum.
Sheinbaum ha disfrutado de altos índices de aprobación, que rondan el 75 por ciento, pero existen profundas divisiones y competencia por el poder dentro de su partido. Aunque los mexicanos han apoyado sus esfuerzos por negociar con el gobierno de Trump una serie de cuestiones, desde la migración hasta los aranceles, una acción militar estadounidense dentro de México probablemente la golpearía duramente, según los analistas.
También podría debilitar su capacidad para negociar con Trump sobre futuras cuestiones, añadieron.
La guerra contra el narcotráfico en México ha sido históricamente liderada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos y la Administración para el Control de Drogas. Pero ese esfuerzo se ha llevado a cabo en estrecha colaboración con las autoridades mexicanas.
Y el secretismo en torno a la directiva del Pentágono ha suscitado dudas sobre si Estados Unidos podría utilizar la fuerza militar de forma unilateral, sin el conocimiento previo de México, una posibilidad que podría dañar la confianza laboriosamente construida entre las autoridades de ambos países.
“Los beneficios a corto plazo se verán superados con creces por los costos a largo plazo”, dijo Craig Deare, exagregado militar de la embajada estadounidense en México en la década de 1990.
“México ha desconfiado de nosotros durante décadas, y hubo un deshielo en la relación que comenzó en la década de 1990″, dijo. “Esa desconfianza podría volver a surgir ahora”.
Deare advirtió que hay pocos indicios sobre el tipo de acción que podría emprender el ejército, ya sea al utilizar drones letales o desplegar fuerzas.
Estados Unidos ha utilizado durante mucho tiempo drones para hallar redes de producción y contrabando de drogas dentro de México, pero esos programas encubiertos no estaban autorizados a emprender acciones letales.
Funcionarios mexicanos han advertido al gobierno de Trump que los programas de drones letales que Estados Unidos ha llevado a cabo en lugares como Afganistán y Pakistán, donde los grupos terroristas suelen ser objetivo de ataques en zonas rurales, se enfrentarían a riesgos muy diferentes en México.
En México, los cárteles suelen estar arraigados en centros urbanos densamente poblados, lo que aumenta las probabilidades de que se produzcan bajas civiles, y hay muchos más ciudadanos mexicoestadounidenses con doble nacionalidad y sus familiares que viven en lugares que podrían ser objetivo de ataques.
“Si Estados Unidos hace esto sin el consentimiento de México, la relación retrocederá cien años”, dijo Todd Robinson, quien fue subsecretario de Estado para Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley en el Departamento de Estado.
Dijo que el ejército estadounidense no tiene las relaciones que otras partes del gobierno estadounidense habían desarrollado con las autoridades mexicanas a lo largo de muchos años. (El FBI y la DEA tienen oficinas en embajadas de todo el mundo, y han creado equipos en países como México, Colombia y Vietnam que colaboran estrechamente con las fuerzas estadounidenses).
“Trabajamos juntos para construir casos, al compartir información de inteligencia, eso es lo que construye una relación a largo plazo”, dijo, y añadió: “No hay forma de conseguir una buena relación si les metes al ejército estadounidense por la garganta”.
Aunque existe un largo historial de participación militar estadounidense en toda América Latina, la reacción de otros líderes de la región a las noticias del viernes fue en gran medida silenciosa.
Las autoridades venezolanas no comentaron directamente sobre la orden. Pero Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa desde hace mucho tiempo, denunció el viernes lo que calificó de “bufonescas declaraciones” de Estados Unidos sobre una recompensa por información que condujera a la detención del presidente de Venezuela.
Funcionarios estadounidenses han acusado al presidente, Nicolás Maduro, de dirigir una organización narcotraficante llamada Cártel de Los Soles, afirmando que está vinculado a la banda del Tren de Aragua. Ambos grupos han sido designados organizaciones terroristas por el gobierno de Trump."
(Maria Abi-Habib , The New York Times, 08/08/25)
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