"El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso emitió un comunicado conciso pero impactante: Moscú ya no se considera vinculado por su moratoria unilateral sobre el despliegue de misiles de alcance intermedio (INF) con base en tierra. Sobre el papel, se trata de un trámite: la saga comenzó en 2019. En realidad, es un cambio tectónico. La decisión entierra los últimos vestigios del control de armas y da paso a una era en la que el riesgo, y no los tratados, establece las reglas.
Rusia ya no busca la disuasión a través de acuerdos, sino que apuesta por la disuasión a través de la imprevisibilidad. Una elección racional en un mundo en el que los marcos jurídicos se derrumban más rápido de lo que los diplomáticos tardan en redactar los sustitutos. Un guiño al presidente más errático de la historia de Estados Unidos.
Desde que Washington se retiró del Tratado INF en 2019, Rusia había mantenido su moratoria, actuando como garante responsable de la estabilidad. Esa postura preservaba la apariencia de Moscú como actor racional abierto al diálogo.
Pero en 2025, la máscara se cayó. El Kremlin declara ahora que el panorama de seguridad se ha «degradado irreversiblemente»: la infraestructura de misiles de Estados Unidos se está extendiendo por Europa y el Indo-Pacífico, mientras que los lanzadores de doble uso difuminan la línea entre la defensa y el primer golpe. La moderación, argumenta el Ministerio de Asuntos Exteriores, se ha convertido en un suicidio estratégico.
Sin embargo, la verdadera historia no es la muerte de las restricciones, sino lo que surge de sus cenizas. No se trata de un retorno a la carrera armamentística de la Guerra Fría. Es una aceptación deliberada de la ambigüedad asimétrica en un mundo sin reglas.
¿La bomba de la declaración? Su enfoque láser en Asia-Pacífico (APR), un escenario que Rusia tradicionalmente ha ignorado. Moscú está trazando ahora líneas rojas explícitas a través del Pacífico, enviando señales específicas:
A Washington: Ahora se enfrenta a dos frentes existenciales: Europa y el Pacífico.
A Pekín: Compartimos amenazas (y jugamos en varios tableros).
A Tokio/Seúl: la estrategia de «aliarse contra China» acaba de expirar.
A Pyongyang: su papel en esto está a punto de cambiar.
Por primera vez desde 1991, Rusia se afirma como una potencia pacífica en todos los ámbitos.
¿La posibilidad más explosiva (y tácita)? Misiles INF en Corea del Norte, ya sea mediante transferencias de tecnología o despliegues encubiertos. Moscú mantiene una negación plausible mientras la amenaza se hace más difícil de verificar. Máxima disuasión, mínima responsabilidad.
La Guerra Fría confiaba en la transparencia. Esta era se basa en un caos calibrado. Rusia no está construyendo un marco de seguridad, está diseñando un campo minado de riesgos estratégicos. Cuanta más incertidumbre, más se tambalean Washington y sus aliados. Otro regalo para el genio de las sanciones «superduper».
Ah, y Witkoff ya puede entregar el ultimátum de Trump.
Algo me dice que ambos hombres están jadeando.
Y antes respiraban con tanta facilidad…
Pregunta final: ¿Desplegaremos solo el Oreshnik, que ya está en producción, o revelaremos el Dubok que hemos mantenido en reserva?"
(Yuri Baranchik, X, 05/08/25, traducción DEEPL)
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