“El Banco Internacional de Pagos (BIP), en su lúgubre reporte anual número 77, pronunció la impronunciable "Gran (sic) Depresión" de 1930 como una probabilidad en el radar financiero global, como resume el solvente columnista Ambrose Evans-Pritchard de The Daily Telegraph (24.06.07), rotativo muy cercano a la omnipotente banca israelí-anglosajona: "El BIP alerta sobre los peligros de una Gran (sic) Depresión debido a la orgía crediticia". (…)
Evans-Pritchard comenta que el BIP, "el cuerpo financiero más prestigioso (sic) del mundo ha alertado que los años de política monetaria laxa han alimentado una burbuja crediticia peligrosa, dejando la economía global más vulnerable a otro derrumbe al estilo de la década de 1930 (¡supersic!)" (…)
El BIP no aporta nada novedoso y tardó demasiado tiempo, prácticamente una década, en percatarse de la "confluencia de signos preocupantes", tales como la "emisión masiva de exóticos instrumentos de crédito, elevados niveles de deuda de los hogares, apetito (sic) extremo por el riesgo exhibido por los inversionistas y desequilibrios arraigados (sic) en el sistema mundial de divisas", que hemos citado hasta el aburrimiento.
¿Sin la colaboración demencial de los bancos centrales del G-7, extensivo al G-10 (que en realidad son 11: ¡ni siquiera saben sumar a sus miembros!), hubiera sido posible la creación de tantas burbujas especulativas, consustanciales al monetarismo centralbanquista neoliberal? (…)
Las megafusiones (M&A, por sus siglas en inglés) alcanzaron 4.1 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón) y las "compras apalancadas" (leverage buy-out), dicho en castizo, vulgares "compras de saliva", llegaron a 753 mil millones de dólares, lo cual se refleja en una proporción deuda/efectivo de caja de 5.4. Concluye que "tarde o temprano el ciclo de los créditos variará y las tasas de quiebra empezarán a aumentar". (…)
Sin profundizar demasiado, baste señalar que los críticos de las CDO argumentan que no valen nada, ya que su valor ficticio forma parte de un engaño contable muy elaborado. Ni más ni menos que el prototipo del "síndrome Enron", pero con otros instrumentos de superchería más sofisticados de ingeniería financiera. Mejor aquí nos detenemos.” (Alfredo Jalife-Rahme: El BIP pronuncia lo impronunciable: "peligro de depresión global".
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