8.10.08

Todo vuelve, porque todo se olvida... a los ricos

"Comparando este diagnóstico con lo que sucedió hace 69 años en el crack del 29, vemos que las causas y los mecanismos son los mismos y que la pulsión hacia la especulación bolsística, como fuente inagotable de riqueza, es irresistible.

Pulsión encarnada de forma paradigmática por los call loans o préstamos al día -Bernard Gazier: La crise de 1929- en los que el comprador sólo paga una parte muy reducida del valor de las acciones adquiridas, en torno del 10%, y el resto lo proporciona un corredor, gracias al crédito bancario. Esta práctica abrió la bolsa a las clases populares y provocó un aflujo extraordinario de compradores modestos que generaron una demanda efervescente que evidentemente no podía durar.

Pero con todo, no fueron ellos, sino la política de altos rendimientos impuesta por los directivos, la que sumada a la desregulación general instaló una estrategia de continuos y muy elevados rendimientos que produjo el colapso de 1929 y es la responsable de la debacle actual.

En efecto, la practica privilegiada en la última década del ROE (return on equity, o rendimiento de los fondos propios) fijada en cifras superiores al 15%, se ha traducido en un aumento de los dividendos entre 2000 y 2007 del 255% y, por consiguiente, en una mejora de más del doble de los beneficios.

Ahora bien, este extremado optimismo voluntarista y los riesgos que suponía estaba también motivado por el aliciente de las retribuciones a los directivos, sin olvidar el volumen del bonus a percibir en caso de finalización del contrato. Y así, en 2007 las 15 empresas que registraron mayores pérdidas por sus estropicios financieros abonaron a sus ejecutivos 317 millones de dólares, es decir, el 30% más que el año anterior. Los nombres los conocemos todos.

Claro que para conseguir tan exorbitados rendimientos se ha tenido que proceder a una serie de artimañas, con el fin de reducir su capital mediante la autocompra de sus acciones y aumentar su endeudamiento, lo que se tradujo en una disminución de su inversión, de casi el 25% y en una progresión de su deuda del 55%.

Descapitalización, endeudamiento, liquidez e insolvencia han producido un desbarajuste en el mundo de las finanzas que, además de haber destruido la seguridad del tráfico bancario, ha echado a la calle a más de 120.000 empleados, comenzando por Lehman Brothers, que ha suprimido casi 19.000 puestos de trabajo, City Group algo más de 14.000, y hasta el Bank of America, con 11.150." (JOSÉ VIDAL-BENEYTO: Bomberos pirómanos (1). El País, ed. Galicia, Internacional, 04/10/2008, p. 8)

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