Como no estamos en vísperas de mejoras sustanciales de productividad, y las familias españolas están muy endeudadas, nos enfrentamos a un desplome de la demanda acompañado de un profundo pesimismo de consumidores e inversores, a una peligrosa implosión crediticia (credit crunch) y la subsiguiente rarefacción del flujo crediticio a las empresas.
Diagnosticar cabalmente la implosión crediticia exige conocer si los créditos bancarios se han vuelto más escasos y caros debido a que los bancos han dejado de conceder créditos a prestatarios solventes, o si ya no conceden créditos a malos prestatarios. Si, como creo, prevalece en estos momentos la primera posibilidad, entonces la afluencia de capitales promovida por el Gobierno y dirigida hacia la banca para su recapitalización será ineficaz, pues no aumenta los créditos a la economía solvente, detrae recursos de otros sectores y estrangula la demanda de inversión de las empresas. Ello afecta negativamente al paro y disminuye la demanda de consumo, lo cual genera una caída de la demanda de mano de obra y de masa salarial." (MANUEL SANCHIS I MARCO: Deflación: ¿la puntilla de la recesión?. El País, Negocios, 21/12/2008, p. 28 )
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