Los testimonios detallan decenas de casos de sodomía, masturbaciones forzadas, a solas y en grupo, golpes, vejaciones y amenazas. Un infierno de proporciones espantosas que duró al menos 30 años y ahora se abate sobre la Curia y la Santa Sede, responsable directa de la congregación, todavía hoy al frente del centro. (...)
Bruno, un ex alumno que frecuentó el instituto desde los nueve años hasta los 15 a finales de los años cincuenta, y a quien sus compañeros recuerdan como "el guapo", ha narrado por escrito su experiencia con el obispo Carraro. "Dos curas del Provolo me llevaron al palacio episcopal y me dejaron a solas con él. Era 1959. Yo tenía 11 años. Me sodomizó e intentó otros juegos sexuales. Fue una experiencia terrible".
No fue la única: "Desde tres meses después de entrar en el Instituto y hasta el último año fui objeto de atenciones sexuales. Fui sodomizado y forzado a mantener relaciones de todo tipo por los siguientes padres y hermanos". Y a continuación da una lista de 16 nombres.
Junto a él, 66 ex alumnos más firman la carta pública. Durante casi dos años, los sordomudos intentaron que la Curia veronesa les escuchara. Ante la falta de respuestas, enviaron su caso a revista L'Espresso con los testimonios de 15 miembros de la Asociación de Sordos Antonio Provolo.
Todos leen con gran dificultad, pero lo que cuentan es sencillo. Afirman que al menos 25 curas y hermanos laicos del centro abusaron de ellos durante años. Las sevicias empezaban a edades precoces y a veces se extendían hasta antes de la mayoría de edad.
"Me llamo A. V., nací en V. y frecuenté el Instituto para sordomudos Antonio Provola de Verona entre 1956 y 1969", narra uno de ellos. "De los seis a los diez años fui repetidamente sodomizado por dos curas (da los nombres), los dos todavía vivos, y por dos hermanos laicos (otros dos nombres), uno vivo y el otro fallecido. La violencia sucedía en los baños y habitaciones del instituto y, a veces en la Iglesia de Santa María del Pianto".
Entre los denunciantes hay también mujeres, como N. "Nací en V., y a los tres años me quedé sorda. Asistí al instituto desde los seis a los 17 años. A los 13, durante una confesión cara a cara, sin celda, Don Lino me tocó el seno varias veces. Me escapé y nunca me volví a confesar". Otras afirman que corrieron peor suerte." (El País, ed. Galicia, Sociedad, 25/01/2009, p. 42)
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