1. Primera aproximación meramente lingüística. ¿Estaríamos de acuerdo en que lo actualmente regulado y lo que se propone por el anteproyecto de ley del Gobierno nada tiene que ver con el aborto libre?
2. Segunda aproximación: comienzo de la vida. Los firmantes del Manifiesto de Madrid en defensa de la vida humana sostienen que "existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación".
Reconocerán que el zigoto no sirve para la reproducción asistida. Según parece, la comunidad científica podría compartir que el embrión, compuesto por múltiples células, es el paso siguiente al zigoto en el proceso de desarrollo. Es evidente que no forma parte de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta, según reconoce el Manifiesto de Madrid. El único matiz discrepante sería la fijación de las semanas que permiten, sin condicionamientos, la interrupción voluntaria del embarazo. ¿Estaríamos dispuestos a debatirlo?
3. El aborto como acto de crueldad. El Manifiesto admite el término interrupción voluntaria del embarazo (acercamiento terminológico), pero añade significativamente que, además, es un acto "simple y cruel de interrupción de una vida humana". Esta afirmación resulta contradictoria con otros pasajes en los que se califica la decisión como traumática y de consecuencias insoportables y perpetuas.
Las personas crueles no tienen conciencia del drama y dolor que causan a los demás. Los torturadores tienen un alto concepto de sí mismos, y todos podemos coincidir en que se trata de seres inequívocamente crueles.
4. Respecto del consentimiento, el Manifiesto viene a sostener que el aborto es algo inducido y nunca voluntario, al deslizar la expresión "la mujer a quien se proponga abortar". ¿Y la que lo decide libre y espontáneamente? ¿Quieren decir con ello los firmantes del Manifiesto que el aborto es una decisión que se inculca a las mujeres? ¿No conciben esos firmantes la posibilidad de la libertad de elección?
5. En casos de minoría de edad podría plantearse la posibilidad de un consentimiento informado, racional y maduro. Dicen que privar a las mujeres de 16 y 17 años de la presencia, consejo y apoyo de sus padres para tomar la decisión de seguir el embarazo o abortar es una irresponsabilidad y una forma clara de violencia contra la mujer. Pensemos en padres que, por sentido decimonónico de la honra, consideran un deshonor el parto de la hija y la aconsejan u obligan a abortar. ¿Estaríamos dispuestos a rescatar su autonomía de decisión y permitirle que sea ella la que haga frente a la violencia que supone la postura de estos padres? (...)
6. Sostienen que el aborto es un drama con dos víctimas. Podríamos estar de acuerdo sobre la existencia de un drama, pero sólo con un actor, la mujer. (...)
Una parte del Manifiesto parece abrir una puerta a la interrupción voluntaria del embarazo por indicaciones éticas. Afirman que el embarazo procede de una relación compartida y voluntaria. Ello da paso a la posibilidad de admitir el aborto en los casos de embarazos no deseados y los que son producto de una violación.
7. Los firmantes mantienen una postura tutelar de la mujer considerándola sin capacidad ni autonomía. Sostienen que "es preciso que las mujeres que decidan abortar conozcan las secuelas psicológicas de tal acto". Si se refieren a las mujeres de 16 y 17 años, el anteproyecto de ley se preocupa de que su consentimiento sea suficientemente informado.
8. Objeción de conciencia. La objeción de conciencia del personal sanitario abre un debate necesario e impuesto por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. El dilema entre coadyuvar a un crimen, según los antiabortistas, o ayudar a una persona a solucionar un problema vital con un acto médico debería ser suficientemente explicado y razonado por los objetores.
9. Por último, ¿podríamos aceptar todos que las mujeres nacen libres y con iguales derechos que los hombres?" (JOSÉ ANTONIO MARTÍN PALLÍN: ¿Es posible un consenso sobre los conceptos?. El País, ed. Galicia, Opinión, 13/04/2009, p. 31 )
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