Este es el nuevo dogma que tanto el gobierno como la mayoría de partidos de la oposición (excepto las izquierdas no gobernantes) repiten constantemente y que los medios de mayor difusión promueven veinticuatro horas al día. De ahí que el debate político y mediático se centre en cómo reducir el gasto, tanto privado como público, a fin de reducir tal endeudamiento.
Tal debate se da también a nivel europeo, sobre todo a raíz del endeudamiento de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y Spain), que quiere decir en inglés los cerdos, insulto que creen ser merecido al considerar que la crisis del euro ha sido causada por el crecimiento desmesurado e irresponsable de los déficits y de las deudas públicas de estos países debido a su excesiva protección social. Hasta aquí el dogma.
Lo que es extraordinario es que este dogma se reproduzca tan intensamente cuando la evidencia, fácilmente accesible, muestra el error de tal postura. Veamos los datos. Y preguntemos ¿Se gasta España en su estado del bienestar más de lo que puede gastarse por su nivel de desarrollo económico? Y los datos muestran que no. En realidad, nos gastamos mucho menos de lo que nos correspondería por el nivel de riqueza que tenemos.
España no es un país pobre, pues su riqueza, medida por su PIB per cápita, es ya el 94% del promedio de los países más ricos de la UE-15. Y en cambio el gasto público social per cápita no es el 94% del promedio de la UE-15, sino sólo el 74%. Es decir, que nos gastamos aproximadamente 66.000 millones de euros menos de lo que nos deberíamos gastar por el nivel de riqueza que tenemos.
Y, ¿por qué no se gasta este dinero el estado? La respuesta no puede ser que el país no tenga este dinero (tal como los neoliberales dicen). En realidad, España lo tiene, aunque no su estado. El hecho de que el estado no se gaste tal cantidad de dinero se debe a que no lo recoge, y por lo tanto no lo tiene.
Y la causa más importante de que esto ocurra es fácil de ver. Se llama poder de clase. El 30% de renta superior del país (burguesía, pequeña burguesía y clase media de renta alta) tienen un poder económico, político y mediático enorme y no pagan los mismos impuestos que pagan sus homólogos en la mayoría de países de la UE-15.
Y como tienen una enorme influencia en los medios (la mayoría de creadores de opinión pertenecen a estas clases), los medios de mayor difusión nunca hablan de ello. Esta situación ocurre en todos los PIGS, en donde las derechas han tenido un enorme poder (y donde las izquierdas gobernantes han sido contaminadas con el pensamiento neoliberal –la ideología de los ricos- tal como lo mostró aquella famosa frase de que “bajar impuestos es de izquierdas”.
Y los bajaron, no sólo una, sino diez veces. Es también en estos países donde los fraudes fiscales alcanzan exuberantes dimensiones, beneficiándose de ello las rentas superiores. No son, pues, las clases populares de los PIGS, que están sufriendo enormes recortes en sus transferencias (pensiones) y servicios públicos (sanidad, educación y servicios sociales, entre otros), las merecedoras del término PIGS, sino las clases pudientes las que, habiéndose beneficiado enormemente durante los años de bonanza (los beneficios empresariales en España crecieron durante el periodo 1999-2005 un 73%, más del doble de la media de la UE-15, mientras que los costes laborales aumentaron sólo un 3,7%, cinco veces menos que la UE-15), no pagaron lo que debían al Estado.
El mismo poder de clase explica el endeudamiento privado. Que las familias españolas están endeudadas es un hecho bien conocido. Pero lo que no se analiza es ¿por qué están endeudadas? Y la respuesta es que durante estos últimos años ha habido una enorme polarización de las rentas en España y la capacidad adquisitiva de las familias ha ido disminuyendo.
El porcentaje que las rentas del trabajo representan sobre las rentas nacionales ha ido descendiendo espectacularmente. Mientras, las rentas del capital se han disparado alcanzando niveles exuberantes. La disminución de la masa salarial supuso la necesidad de endeudarse, a fin de mantener su estándar de vida (y ello a pesar de que el número de personas que trabajan en las familias ha aumentado, resultado de la integración de la mujer al mercado de trabajo).
Por otra parte, las exuberantes rentas de capital invirtieron, pero no en las empresas de la economía real (donde se producen bienes y servicios), pues la rentabilidad en este sector era baja, consecuencia de la escasa demanda, debida a la disminución de la capacidad adquisitiva de las clases populares.
En su lugar, invirtieron en el capital especulativo, y en España en el sector inmobiliario, creando la burbuja inmobiliaria que al explotar ha sido la mayor causa de la crisis en España, con mucho dinero prestado de los bancos alemanes y franceses. El estado, que tiene los ingresos al estado más bajo de la UE-15, debido a que los ricos no pagan sus impuestos, se tuvo que endeudar, siendo la misma banca alemana y francesa la que compró tal deuda." (v.navarro.org, publicado en revista digital SISTEMA, 25 de junio de 2010)
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