A Ricard siempre le ha gustado experimentar con las drogas. Probar todo lo nuevo que sale. No las compra sólo para irse de fiesta, no. "Me gusta mi rollo cobaya, compartirlas con los amigos, lejos de las discotecas", cuenta desde Barcelona, solicitando aparecer en este reportaje bajo el nombre ficticio de Ricard. Este estudiante de Sociología, de 23 años, ha probado la mefedrona, esa droga que de manera incipiente y muy minoritaria está entrando en España y de la que se oye hablar en Dinamarca, Suecia y Reino Unido, lugares donde se han producido casos en los que murieron personas que la habían consumido (al menos cuatro en los últimos dos años).
Ricard compró su dosis de mefedrona por Internet. Con su tarjeta de crédito. Como cualquier otra compra. Pagó y se la enviaron por correo. Así de fácil.
Las nuevas drogas que están apareciendo a través de la Red no son ilegales hasta que las autoridades de cada país conocen de su existencia, estudian sus riesgos y toman medidas. Durante un periodo de tiempo, viven en un limbo legal. Por eso en el Reino Unido algunas han sido bautizadas como legal highs, algo así como subidones legales. Las autoridades policiales no las pueden perseguir porque aún no han entrado en la categoría de drogas ilegales.
Los consumidores las compran sin problemas y piensan que, al no ser ilegales, son más seguras. "Y eso no es así, es importante que esto se sepa", dice la especialista en adicciones Marta Torrens: "Son sustancias que no han sido probadas en humanos, vienen de laboratorios clandestinos, el riesgo de toxicidad es alto". (...)
Energy Control es un colectivo que está en la primera línea en el mundo de las drogas. Si algo pasa, ellos son los primeros en enterarse. Colaboran con el Ministerio de Sanidad y con el Departament de Salut de la Generalitat, entre otras instancias oficiales. Desde 1997, aplican una política de reducción de riesgos que parte de un principio básico: si la gente va a tomar drogas de todas formas, mejor que tenga información sobre ellas; y mejor que lo que tomen haya pasado algún filtro de calidad.Los más de 70 voluntarios de esta organización acuden a raves (fiestas al aire libre o en lugares abandonados que duran más de 24 horas) y montan un puesto al cual acuden las personas que van a consumir éxtasis para que les analicen las pastillas y les orienten sobre su consumo y sobre, por ejemplo, los efectos secundarios.
En definitiva, analizan e informan. Desde hace unos meses, han iniciado un experimento pionero: los lunes y los jueves por la tarde, los consumidores de éxtasis, mefedrona y demás drogas de diseño pasan por su laboratorio con pequeñas muestras de sus pastillas para que sean analizadas. "No estamos ni a favor ni en contra del consumo", explica Nuria Calzada, coordinadora de Energy Control. "Trabajamos con la población que consume y está expuesta a riesgos. Las drogas son un tema de salud y no de moral". (...)
En ese contexto la baja oferta de pastillas que, además, son de peor calidad, facilita la irrupción de las llamadas RC, las Research Chemicals. Aparecen derivados sintéticos de feniletilaminas (sustancias creadas a partir del modelo del éxtasis), triptaminas (inspiradas en el modelo del LSD) y catinonas (sustancia de la que procede la mefedrona). Entre 2009 y los primeros meses de 2010, el número de muestras de RC recibidas en Energy Control se ha multiplicado por dos: suponen el 13% de lo que los consumidores les llevan para analizar.
Es lunes, son las seis de la tarde y dos técnicos del laboratorio de Energy Control en Barcelona examinan las muestras que han llegado esta tarde. Hoy sólo han venido dos usuarios a traer pequeñas muestras de cocaína y de éxtasis para que sean analizadas. El jueves anterior vinieron quince personas."El fenómeno de las RC es minoritario pero está en expansión", sostiene Nuria Calzada, la coordinadora de este colectivo. "Las posibilidades de mezcla de componentes de los laboratorios son infinitas. Al ilegalizar una sustancia, enseguida llega una nueva: se le quita un componente, se le añade otro y se crea una nueva molécula. No acabas con el problema, sino que creas otros". (...)
"Se hicieron estudios con animales para estudiar qué efectos terapéuticos puede tener el cannabis, por ejemplo, para problemas musculares, para personas que están con quimioterapia". Se intentaba separar las ventajas del cannabis de las desventajas (pérdida de memoria, desencadenamiento de cuadros psicóticos). Esas fórmulas, utilizadas por laboratorios clandestinos, han surtido el mercado de sustitutivos del cannabis. (...)
Magí Farré, farmacólogo que participó junto a Torrens en el Psychonaut Web Maping Project, lo tiene claro. "Hay que informar de los riesgos y regular el mercado de compra de sustancias a través de Internet. Vimos que las vendían algunas empresas de química que se convierten así en narcotraficantes". (...)
"Muchas de estas nuevas drogas están en la Red de forma legal: las presentan como ambientadores, inciensos, anestésicos generales. Nos preocupan porque se ponen a disposición de los ciudadanos más jóvenes". (...)
"El control de las drogas siempre va por detrás de las mafias de producción y tráfico", explica. "Se están haciendo drogas de síntesis con productos del mercado legal, con productos del mercado de los químicos, los colorantes, los perfumes. Y luego se hace una tarea de puro marketing. Los que están probando esas nuevas sustancias están haciendo de conejillos de indias, se están sometiendo a una ruleta rusa". (El País, Domingo, 23/05/2010, p. 12/3)
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