"Hasta ahora, la policía no podía pedir la documentación a ninguna persona que no fuese sospechosa de haber cometido algún delito. A partir de ahora, sí. Cualquier latino es sospechoso. Aunque, como en el caso de José Rascón, lleve aquí 40 años y tenga ya todos los papeles en regla: "Nos sentimos vigilados. Todos. El miedo está a flor de piel.
Los inmigrantes, tengan documentación o no, intentan ahora no salir de sus casas para evitar ser parados por la policía, humillados delante de sus hijos. Tenga usted en cuenta que rara es la familia en la que todos tienen documentación. Hay hijos nacionalizados con padres ilegales. Y al revés. Hay miedo, mucho miedo, créame. La gobernadora Brewer ha sembrado la semilla del odio y esa semilla crece rápido, necesita poca agua". (...)
Aunque muchos, con el escritor Carlos Fuentes a la cabeza, van más allá. No se trata tanto de cazar al ilegal, sino de criminalizar al mestizo: "La nueva ley racista del Estado de Arizona", escribe Fuentes, "daña a individuos inocentes. Tal es el pecado de todo racismo.
Entrevistados en la televisión norteamericana, varios oficiales de la policía de Arizona se quedaron sin argumentos. ¿Por qué detener a una persona de aspecto latino? Para asegurarse de que sus papeles estén en orden, creando la obligación de que todo moreno (bigotudo o no) lleve siempre consigo documentos de identidad. Como todos los grupos perseguidos. Como los judíos de la Alemania nazi". (El País, Domingo, 09/05/2010, p. 5)
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