31.8.10

Prostitución... masculina

"Por primera vez en España se ha desarticulado una red de explotación sexual masculina que operaba desde hace meses en varias provincias españolas, según ha informado la Policía Nacional. Las víctimas, que los agentes cifran por ahora entre 60 y 80, rondaban los 20 años y eran captadas principalmente en la región de Maranhao, al norte de Brasil, donde se les facilitaban billetes de avión comprados con tarjetas clonadas. Viajaban a aeropuertos de otros países (principamente Francia e Italia) y desde ahí accedían a España, donde posteriormente eran distribuidos entre diferentes pisos, según las necesidades de la red.

Primero trabajaban en Palma de Mallorca y Barcelona, localidades entre las que se movía el cabecilla de la organización. Cuando estaban "quemados" (cuando los clientes ya los conocían), les trasladaban a pisos en otros lugares. En León, trabajaban también en un club, Brindis, donde compartían estancias con mujeres. De hecho, la red empezó captando solo a hombres, pero después incluyó a algunas mujeres y transexuales.

Los hombres sufrían vejaciones y eran obligados a prostituirse 24 horas al día, para lo que se les proporcionaba cocaína, popper (un producto vasodilatador) y Viagra, según los investigadores. La organización también ofrecía estupefacientes a la clientela, compuesta mayoritariamente por hombres de todas las edades y estratos sociales.

En Palma de Mallorca, según han señalado los responsables de la investigación, la mayoría de los clientes eran extranjeros que pagaban una tarifa más cara de la habitual, de unos 60 euros por media hora. La Policía ha señalado que las víctimas que colaboren con la justicia podrán pedir la autorización de residencia en España por circunstancias excepcionales. (...)

La mayoría de las víctimas pensaban que en España trabajarían como gogós, bailarines o modelos, aunque algunos sabían que venían a ejercer la prostitución. En este caso, el engaño era respecto a las condiciones laborales. En un primer momento, a los hombres se les aseguraba que solo tendrían que pagar el coste del billete, aunque después llegaban a exigirles hasta 4.000 euros. En ocasiones, los prostitutos debían abonar su deuda mediante transferencias bancarias por haber sido cedidos a otros explotadores para renovar así la "plantilla".

Los hombres prostituidos tenían que entregar al dueño o al encargado del piso en el que trabajaban la mitad de los que ganaban más 200 euros por la manutención y el alojamiento en pisos "pequeños, como un submarino", según los investigadores. Para evitar que los hombres plantaran cara a los cabecillas de la banda o causaran algún tipo de problemas se les amenazaba, incluso con la muerte. Para dar publicidad a la red, los responsables publicaban anuncios en periódicos locales y páginas web, donde ponían fotografías de los chicos." (El País, 31/08/2010)

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