23.9.10

Obama no tiene una narración de la crisis...

"e acuerdo con Anatole Kaletsky, el comentarista económico del Times de Londres, no precisamente un simpatizante del progresismo, el auge de las fuerzas antidéficit viene de un error táctico de primer orden de Obama, añadido al fracaso de los progresistas a la hora de ofrecer una narración convincente de la crisis.

La garrafal metedura de pata de Obama consistió en aceptar responsabilidades en la crisis con su gesto bipartidista, a diferencia de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, que "se negaron a aceptar la menor culpa en materia de penurias económicas". Reagan y Thatcher dedicaron "los primeros años de su gobierno a convencer a los votantes de que el desastre económico era de la exclusiva responsabilidad de los anteriores gobiernos de centroizquierda, del sindicalismo militante y de las elites progresistas".

Pero todavía más problemática, dice Kaletsky, fue la narrativa de Obama, una narrativa contradictoria que cargó la culpa a los banqueros codiciosos al tiempo que sostenía que los bancos eran demasiado grandes para caer.

"Con los bancos recuperándose de la crisis con mayores beneficios y más rápidamente de lo que se había dejado esperar a los votantes, sostiene en su libro Capitalism 4.0, "los políticos de todos los partidos han quedado marcados en el sentimiento público como hombres de paja de los mismos banqueros a los que trataban de echar las culpas".

Para Kaletsky, Obama debería haber pintado la crisis como una crisis producida "por la polarizada e hipersimplificada filosofía del fundamentalismo de mercado, no por debilidades de personalidad de banqueros y reguladores. Al ofrecer una caracterización sistemática así del origen de la crisis, los políticos podrían haberse atraído la imaginación pública con una narrativa pos-crisis, una perspectiva más dramática que la ofrecida por el linchamiento de los banqueros codiciosos".

Pero con ayudas como la del secretario del Tesoro Tim Geithner y la del director del Consejo Económico Nacional Larry Summers, que no llegaron a romper completamente con el neoliberalismo, esa perspectiva sistemática estaba sencillamente descartada.

La derecha tiene ahora la iniciativa y es probable que gane las elecciones de mitad de mandato en noviembre. Logrará vincular a Obama y a los Demócratas a tal punto a la crisis, que la gente olvidará que esa crisis estalló durante el reinado del fundamentalista de mercado George Bush. (...)

La lección que los progresistas tienen que sacar del punto muerto al que ha llegado la política económica de Obama es que l gestión tecnocrática no basta. Las iniciativas keynesianas deben ser parte de una visión y de un programa de mayor alcance.

Tal estrategia debería tener tres puntos clave: toma de decisiones democráticas a todos los niveles de la economía, desde la empresa hasta la planificación macroeconómica, primero; segundo, mayor igualdad en la distribución de la riqueza y el ingreso para poder lidiar con unas tasas más bajas de crecimiento, dimanantes de restricciones económicas y medioambientales; y tercero, una ética más cooperativa, no más competitiva, en la producción, la distribución y el consumo." (Sin Permiso, 05/09/2010, citando a
'La debacle de Obama: las consecuencias políticas del estancamiento Walden Bello')

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