30.9.10

¿Trabajaremos para los rentistas?

"En nuestros días, las maniobras financieras y el apalancamiento de deuda desempeñan el papel otrora jugado por las conquistas militares. Su objetivo sigue siendo controlar la tierra, la banca comercial y la política del banco central. Esa conquista financiera se logra pacífica y aun voluntariamente, más que militarmente.

Pero el propósito es el mismo: hacer pagar a las poblaciones sujetas en calidad de deudoras y de socias comerciales menores y dependientes. Las endeudadas ―economías anfitrionas‖ se hallan en una posición similar a la de los países vencidos. Su excedente económico es transferido financieramente al exterior, mientras que, en el interior, los deudores pierden soberanía sobre sus propias políticas financieras, económicas y fiscales.

La infraestructura pública es puesta en almoneda y adquirida por compradores extranjeros: a crédito y pagando unas tasas de interés y unas amortizaciones sujetas a desgravaciones fiscales nacionales pero pagadas a extranjeros. El Consenso de Washington aplaude esta política a favor de los rentistas. (...)

Lo que el mundo experimenta con el globalismo de nuestros días es una crisis de la naturaleza de la nacionalidad y de la soberanía económica. Los banqueros del Norte global están a la busca de cualquier excedente económico –rentas dimanantes de bienes raíces, flujos de caja empresariales, o aun de la capacidad de los gobiernos para gravar con impuestos o para poner a la venta empresas públicas— como fuente de renta para pagar intereses de deudas.

El resultado es una economía más apalancada en la deuda. En todos los países. La inversión extranjera, el préstamo bancario, la privatización de infraestructuras públicas y la especulación monetaria se ven ahora desde la óptica de los banqueros. (...)

Esa renuncia generalizada a la política nacional en favor del control extranjero tiene una gran excepción: los EEUU constituyen, y por mucho, la economía más endeudada del mundo.

Al tiempo que movilizan su poder de acreedores para forzar a otros deudores a privatizar sus sectores públicos y consentir el proteccionismo comercial unilateral norteamericano, los EEUU son la única nación capaz de emitir su propia moneda (deuda del Tesoro) y conseguir crédito bancario internacional sin límite alguno y a una tasa de interés menor que cualquier otro país, aun sin disponer de medios previsibles de pago. (...)

Poco crédito bancario ha ido a parar a la financiación de la inversión en capital tangible. El grueso de esa inversión se ha realizado a partir de ingresos empresariales retenidos, no con créditos bancarios. Y en la medida en que los bancos y las corredurías han financiado operaciones de compra y toma de control empresarial, los nuevos compradores asaltantes se han visto obligados a distraer una parte del flujo de caja para devolver dinero a sus acreedores, en vez de expandir la producción.

Así es como los EEUU y otras economías se han financiarizado y postindustrializado. Su experiencia debería servir de lección para que el Brasil y otras naciones aprendan lo que debe evitarse a toda costa. (...)

El préstamo bancario estadounidense ha sido el principal combustible de la dinámica de inflación global registrada en los precios de los bienes raíces, las acciones y las obligaciones, una dinámica reforzada en la pasada década por el préstamo bancario europeo. (...)

Se suele pasar por alto que el grueso de los préstamos de los bancos comerciales se limitan a vincular deuda y activos ya existentes (sobre todo, bienes raíces e infraestructuras), no a invertir en la creación de nuevos medios de producción o al empleo de trabajo, ni siquiera a ingresar un beneficio. Los bancos prefieren prestar contra activos ya existentes (bienes raíces, empresas enteras…). (...)

De modo que la mayoría de los préstamos bancarios se usan para empujar al alza los precios de los activos, especialmente de aquellos activos cuyos precios subirán previsiblemente lo bastante como para poder pagar los intereses del préstamo.

El hecho de que los banqueros puedan crear en las pantallas de sus computadoras, con poco coste de producción, deuda reportadora de intereses plantea la cuestión de si hay que dejar esa ―barra libre‖ (renta económica) en manos privadas o, al revés, tratar la creación de dinero como un bien ―institucional‖ público. (...)

La imparable explosión del crédito y de la deuda globales –de donde viene la presión para poner en almoneda los monopolios del dominio público— es, por mucho, el resultado de la explosión del crédito que se desencadenó tras el fin de la convertibilidad en oro en 1971.

Las letras del Tesoro estadounidense se convirtieron en el patrón que vino a substituir al patrón oro, y eso dejó a los bancos centrales extranjeros sin otra posibilidad de mantener sus reservas internacionales que la de los préstamos al Tesoro norteamericano. (...)

La vía por la que evitar ese destino fue perfilada ya por los fisiócratas franceses y Adam Smith, y luego, por John Stuart Mill y los reformadores de la Era Progresista norteamericana: por la vía, esto es, de terminar con los privilegios especiales heredados de las conquistas militares en Europa (privatización de la renta de la tierra), por la vía de recaudar el ingreso rentista de ―barra libre‖ mediante unos impuestos de base que impidan que termine siendo privatizado y capitalizado en forma de préstamos bancarios.

Gravar fiscalmente el suelo y los recursos rentistas abarata el coste de la vida y el coste de la actividad empresarial no sólo porque aligera, o aun elimina, la carga fiscal sobre el trabajo y sobre la industria, sino también porque mantiene bajos los precios de la vivienda y de los bienes raíces: todo aquello a lo que renuncia el recaudador de impuestos queda, si no, disponible para convertirse en colateral de préstamos bancarios, y por lo mismo, para empujar al alza los precios de las propiedades. (...)

Y si quiere incrementar la inversión de capital y elevar el nivel de vida, libre del servicio de deuda y de unos precios de la vivienda al alza, Brasil necesita imperiosamente evitar que el excedente de su economía se convierta en una ―barra libre‖ en forma de rentas del suelo, rentas de recursos y rentas monopólicas: necesita evitar que su excedente económico caiga en manos de banqueros que no buscan sino capitalizarlo en pagos de deuda.

Y la mejor forma de conseguir eso es gravar fiscalmente las potenciales cargas rentistas que, de lo que era un excedente económico, hacen un coste tan oneroso como innecesario. (...)

Lo que resulta al final irónico es que esa filosofía fiscal, más favorecedora del endeudamiento apalancado que de la inversión y participación en capital social, está destruyendo las economías centrales al tiempo que financiariza la periferia.

Tal es el culatazo que ahora están experimentando Europa y los EEUU. Han permitido que la creación de crédito libre someta a sus propias economías a la deflación por deuda: ¡las mismas políticas que se atravesaron en el camino del desarrollo del Tercer Mundo a partir de los 60! (...)

El factor más importante en la fortaleza económica de Brasil y de los países BRIC es que no se hallan todavía tan sumergidos en la deuda como la América del norte y Europa." (Sin Permiso, 26/09/2010, citando a Michael Hudson: El Sur tiene que prescindir del modelo del Norte. ¿Adónde va la economía mundial?')

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