Son simultáneamente guardianes de la revuelta y gestores de las ciudades de las que van logrando expulsar a los leales al presidente.
Todo en la ciudad de Tobruk lo controla el comité popular. Se ha creado uno por cada zona liberada, explica uno de sus miembros, Mohamed Salah, y precisa que también existe "uno para cada cometido: reparto de alimentos; medicinas y vigilancia".
Salah confía en que pronto se nombre a un responsable de zona que ayude a coordinar la ayuda con los consejos de otras poblaciones.
La ayuda va llegando con lentitud, pero llega y es necesario distribuirla equitativamente entre todos. También reciben dinero en forma de donaciones en la sede del comité, en la plaza central de Tobruk.
El reparto de víveres o medicinas no es problema para un pueblo acostumbrado a vivir en comunidad a pesar de los esfuerzos del régimen por mantenerle en reinos de taifas. Gadafi se inventó la yamahiriya, una especie de república de las masas. (...)
Sin embargo, su pueblo, ese al que Gadafi llamó "ratas" y "drogadictos" en uno de sus discursos por televisión, ese al que mantiene bajo su batuta desde hace casi 42 años, ha tomado el control de la situación y establecido un orden que sorprende incluso a los foráneos. "En los 14 años que llevo trabajando en zonas de emergencia nunca había visto algo así.
La rapidez con la que se han organizado para hacer llegar la ayuda humanitaria desde la frontera, la distribución, el trabajo en equipo... es sinceramente impresionante", señalaba Peter Bouckaert, enviado especial de la ONG Human Rights Watch a este conflicto.
Desde el miércoles los bancos también funcionan. Abren unas horas para dar servicio a los ciudadanos y permitir que puedan sacar unos 200 dinares "como máximo", señala Salah, miembro del comité popular de Tobruk.
Es una cantidad que les permite llevar una vida casi normal. Con el dinero que trajeron de Bengasi los del comité popular de los rebeldes esperan aguantar al menos dos o tres meses. (...)
Jueces y abogados, que han estado en la vanguardia de la revuelta en Libia, participan también en la gestión cotidiana a través de los comités. Y eso incluye por ejemplo dirigir el tráfico con la toga puesta, tarea en la que también se implican ciudadanos de a pie.
Estos comités recién creados se reúnen para tratar asuntos de seguridad, negociar con el Ejército o discutir sobre cómo lograr que los trabadores regresen a sus puestos." (El País, 26/02/2011)
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