Esto puede parecer estadística a secas, pero refleja una realidad verdaderamente espantosa. No solo hay un número ingente de estadounidenses en paro o subempleados, sino que por primera vez desde la Gran Depresión muchos trabajadores estadounidenses se enfrentan al panorama del paro de larga duración y quizá permanente.
Entre otras cosas, el aumento del paro de larga duración reducirá la recaudación futura del Gobierno, de modo que ni siquiera estamos actuando razonablemente en un sentido estrictamente fiscal. Pero, lo que es más importante, se trata de una catástrofe humana.
¿Y por qué debería sorprendernos esta catástrofe? ¿De dónde se supone que iba a venir el crecimiento? Los consumidores, todavía agobiados por la deuda que contrajeron durante la burbuja inmobiliaria, no están para muchos gastos.
Las empresas no ven una razón para crecer teniendo en cuenta la falta de demanda de los consumidores. Y gracias a esa obsesión con el déficit, el Gobierno, que podría y debería ayudar a la economía en momentos de necesidad, ha estado apretándose el cinturón.
Ahora tiene pinta de que las cosas están a punto de ponerse incluso peor. Entonces, ¿cuál es la respuesta? (...)
Y si los republicanos bloquean esas propuestas, tiene que hacer una campaña a lo Harry Truman contra el Partido Republicano, partidario de no hacer nada." (PAUL KRUGMAN: Falsas preocupaciones. El País, Negocios, 07/08/2011, p. 12)
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