La próxima generación de avances tecnológicos también podría promover una mayor equidad en el ingreso si se ofrece un acceso igualitario a la educación.
Actualmente, los recursos educativos -en particular, los del nivel superior (universidad)- en muchos países pobres están seriamente limitados respecto a los países ricos, y, hasta ahora, Internet y los ordenadores han exacerbado las diferencias.
Sin embargo, no tiene por qué ser así. Con seguridad, la educación superior, en última instancia, se verá afectada por el mismo tipo de ola de tecnología que ha aplastado a las industrias del automóvil y de los medios de comunicación, entre otras.
Si la comercialización de la educación en última instancia se extiende al menos al nivel universitario inferior, el impacto en la desigualdad del ingreso podría ser profundo." (KENETH ROGOFF: Tecnología y desigualdad. El País, Negocios, 28/08/2011, p. 12)
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