"El mercado, incluso en círculos políticos y financieros, aún se
preguntan cómo una de las entidades financieras que se consideraba de
las más solventes de España hace algo más de un lustro ha podido
terminar en manos del Estado. La respuesta: su elevado riesgo
inmobiliario, el más alto del sector.
Solo su matriz, Banco Financiero y
de Ahorros (BFA), que controlaba hasta ayer el 52,4% de la entidad,
acumula 37.517 millones de euros de activos problemáticos vinculados al
inmobiliario (el 17% del total del sector).
Y es que Caja Madrid, y sobre todo su socia Bancaja, fueron dos de
las instituciones financieras españolas que más créditos vinculados al
ladrillo concedieron en el boom inmobiliario. (...)
En enero de 1988 Caja Madrid nombraba a Jaime Terceiro presidente de
la entidad. En 1996 sale de la entidad a consecuencia de las luchas por
el control político de la caja. El ministro de Economía entonces era
Rodrigo Rato.
A Terceiro le sustituye Miguel Blesa, vinculado al PP, y amigo de
José María Aznar. Y curiosamente Rato, ya ex director general del Fondo
Monetario Internacional (FMI), sustituye a Blesa el 28 de enero de 2010
tras una dura e incluso "bochornosa y encarnizada" lucha política por
controlar el poder en la caja entre el entonces alcalde de Madrid,
Alberto Ruiz-Gallardón y la presidente de la Comunidad de Madrid,
Esperanza Aguirre, ambos del PP. El predecesor de Rato dejó el cargo con una caída del beneficio de la entidad del 68%. La crisis económica y del sector financiero ya había hecho sus estragos.(...)
Tras realizar el mayor ajuste en plantilla y oficinas de la banca
española en algo más de un año, el Gobierno y el Banco de España
empujaban a Bankia a salir a Bolsa en uno de los peores momentos de los
mercados. (...)
Se iniciaba la verdadera caída en picado de este grupo financiero. "Rato
nunca tuvo que aceptar las presiones para que Bankia saliese a Bolsa en
un momento tan delicado. El objetivo de su cotización era devolver la
confianza de los mercados hacia España en general y hacia el sistema
financiero del país en particular, y el efecto ha sido desde el
principio el contrario", explicaba ayer un alto directivo de una entidad
rival.
Pero en medio de una cotización a la baja y un sistema financiero
cada vez más en entredicho, el Gobierno del PP decide terminar con la
desconfianza del mercado hacia la banca española e impulsa, como ya lo
había hecho poco antes el PSOE, las fusiones como vía para "crear
entidades más solventes", para que vuelva a fluir el crédito.
Para ello aprueba en febrero la reforma del sistema financiero que
obliga a toda la banca a dotar 54.000 millones de euros (5.070 millones
Bankia), para sanear sus balances de sus activos inmobiliarios. Esta
medida pretendía también abaratar el precio de la vivienda al actualizar
sus valoraciones y así terminar con el stock que tiene la banca.
Pese a
estos esfuerzos la deuda soberana española sigue en entredicho, la
sombra de una intervención del país sobrevuela día sí y día también,
mientras que la prima de riesgo sigue disparada y las dudas sobre la
banca se acrecientan. El nudo gordiano de la reforma financiera es
Bankia. "Si no se soluciona el reflotamiento de Bankia, no habrá reforma
financiera", era el comentario generalizado." (Cinco Días, 10/05/2012)
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