"El diagnóstico es el ya conocido: la banca española necesita
profundizar en su saneamiento para recuperar la credibilidad de los
inversores y volver a cumplir con su función primordial, la de conceder
crédito.
Y la solución en la que insiste el Gobierno es la que ya marcó
en la reforma financiera: provisiones para el ladrillo y fusiones con
las que ganar tamaño, un plan que ahora se refuerza con la creación de
una sociedad, a modo de banco malo, en la que aglutinar los activos
tóxicos relacionados con el ladrillo.
Al menos ese es el mensaje
oficial, el diagnóstico desde la superficie: no hace falta ayuda externa
para la banca. Pero ahondando en la profundidad del problema, un nuevo
escenario se abre paso y bulle en el conjunto del sistema financiero: la
evidencia de que el discurso que defiende el Gobierno no basta, que es
necesario un dinero para sanear el sector del que ni el Estado ni la banca disponen y con el que sí cuenta Bruselas.
"Hace falta dinero y tiene que venir de algún sitio", reconocen desde el sector.(...)
La fórmula que se sopesa para España es el rescate parcial solo para su
banca, lo que reduciría notablemente la factura frente a un rescate
global de una economía del tamaño de la española -los cálculos de
necesidades adicionales para la banca oscilan entre los 50.000 y los
100.000 millones de euros- (...)
De hecho, según reconocen fuentes próximas a la Comisión Europea,
sería el ensayo de la cuadratura del círculo: conceder ayuda europea sin
convertirlo en un rescate, al tiempo que España mantiene su agenda de
reformas para cumplir con el objetivo de déficit.
"Es fundamental que el mercado lo entendiera bien, que no se crearan
incertidumbres como lo sucedido con el plan de reestructuración de la
deuda griega", señalan fuentes financieras que apuestan por esta
solución. En definitiva, una suerte de explosión controlada tras la que
no se desbordara la maltrecha prima de riesgo española y que resolvería
el difícil dilema al que se enfrenta el Gobierno español para rescatar a
la banca.
O paga la factura con nuevas ayudas públicas y renuncia así
al objetivo de déficit -una hipótesis improbable a la vista de la
endiablada agenda de recortes y reformas- o pide ayuda europea para la
banca, a cambio del compromiso firme de alcanzar a rajatabla el déficit
del 3% del PIB en 2013. No en vano, una solución europea para la banca
española tendría que pasar por el implacable filtro de austeridad de
Alemania." (Cinco Días, 02/05/2012)
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