"Si como sostenía Thomas Carlyle, la economía es una ciencia lúgubre, sólo hay que echar un vistazo
a la Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 2013 para
comprobarlo. En un país azotado por el desempleo, el paro crece y crece.
Hasta el extremo de que el número de desocupados alcanza ya una
cifra histórica desconocida en un país desarrollado: 6.202.700 personas
carecen de empleo. Y lo que es todavía más representativo, durante los
primeros tres meses del año la economía destruyó nada menos que 322.300 puestos de trabajo. O lo que es lo mismo, el ritmo de destrucción de empleo es de 3.581 puestos al día.
Los datos son tan malos -ni siquiera ha influido de forma decisiva la Semana Santa- que dejan el número de ocupados en 16.634.700. Hay que irse hasta el segundo trimestre de 2002
para encontrar una cifra tan baja, lo que da idea de la dimensión de la
crisis en el mercado de trabajo.
La diferencia estriba respecto de
aquel año en que los servicios públicos son sustancialmente mayores y la población a atender, igualmente, muy inferior, lo que explica la crisis fiscal del Estado." (El Confidencial, 25/04/2013)
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