"La desfachatez de la prensa alemana alcanza esta semana su apogeo en la portada de su principal semanario, Der Spiegel,
con una presentación particularmente manipulada de la distribución de
la riqueza en Europa.
La idea que se vende es el absurdo de que la
población de la periferia del sistema europeo es más rica que la de su
centro. Los del sur son más ricos, dice el semanario, que sigue la
estela de un fraudulento informe del Bundesbank que el BCE, su aparente sucursal europea, hizo suyo a principios de mes.
Arrogancia y lloriqueo son los dos componentes esenciales de esa desfachatez. Der Spiegel, publicación que las agencias de prensa españolas suelen presentar como “prestigioso semanario”, se apunta en este caso al lloriqueo. “¡Pobre Alemania!” se titula su artículo central, que se pregunta si “es
justo el rescate del euro cuando la gente en los países receptores del
crédito es más rica que los ciudadanos de los países donantes”.
Las
fotos que ilustran este fraude informativo presentan los yates de
millonario amarrados en la bahía de Portofino, imagen que se ofrece de “los italianos”, y los coches de lujo de la jet-set en un animado puerto deportivo de Marbella, los “españoles”.
En la portada otro obtuso desafío a la inteligencia: un rústico
mediterráneo a lomos de su burro que carga unas alforjas repletas de
euros bajo la sombra de un paraguas con el azul estelado de la Unión
Europea. “La mentira de la pobreza, cómo los países en crisis de Europa esconden su fortuna”.
El mismo semanario dedicó en agosto su portada al gran problema de Europa: ¿el paro? ¿los desequilibrios entre naciones?, ¿la especulación y el latrocinio
bancario?. No: la inflación. Ni en Alemania ni en la euro zona supera
el 2%, pero, Der Spiegel considera que la inflación amenaza a los alemanes con una “latente expropiación”.
El estudio del Bundesbank,
al que la propia institución y el ministro de finanzas alemán, Wolfgang
Schäuble, restan todo valor para extraer conclusiones comparativas,
presenta una muestra de patrimonios por hogares (uno de cada cinco
alemanes vive solo) y compara su valor medio, lo que queda en el centro
de la muestra, no el promedio.
Una comparación más real, arrojaría lo
que todo europeo sabe; que en Europa hay un centro y una periferia y que
los mas pobres están en esta última, pero la prensa hace un uso obtuso
del estudio y concluye que, “Los españoles son un tercio más ricos que los alemanes” (titular del Frankfurter Allgemeine Zeitung), que “Los alemanes pobres, rescatan a españoles ricos”, (Die Zeit) o que “Italianos y españoles tienen mucho más dinero que los alemanes” (Die Welt).
Esta súbita defensa de los pobres a cargo de una prensa tan poco social
se acomete únicamente desde un punto de vista nacional, de una
disparatada comparación entre naciones.
Desde que comenzó la
crisis, la prensa alemana –no confundir con su opinión pública- ha sido
pionera y se ha centrado, con honrosas excepciones minoritarias, siempre
en lo mismo: identificar la crisis del casino internacional europeo, en
el que las deudas irresponsables del Sur fueron alimentadas con
créditos irresponsables del Norte, como un problema entre naciones.
Esa labor ha servido para desviar el descontento de los propios
alemanes por la creciente desigualdad de su sociedad y por el secreto y
abuso con el que el gobierno federal desembolsó casi medio billón de
euros de dinero público para rescatar bancos alemanes en 2009.
La propia
estadística del gobierno federal confirma que Alemania es uno de los
países más desiguales de Europa en reparto de riqueza: al 50% más pobre
de la sociedad le corresponde el 1% de la riqueza (hace diez años era el
3%) y al 10% más rico el 53%. El 1% más rico concentra el 23%. Alemania
es el cuarto país del mundo en cantidad de personas con fortunas de
miles de millones, solo por detrás de EE.UU, China y Rusia.
Como la
opinión pública no está muy contenta con este panorama -ocho de cada
diez alemanes están convencidos de que la brecha entre ricos y pobres es
una amenaza para la democracia-, la prensa se dedica a entretener con
leyendas nacionales en sus dos modalidades: arrogancia o lloriqueo.
A partir de 2010 diversos medios de comunicación alemanes iniciaron una
bochornosa campaña de insulto contra Grecia y los griegos que en pocos
meses logró transformar en chivo expiatorio la imagen de un país amigo y
socio.
Iniciada por las publicaciones populares más rastreras, como el diario Bild y el semanario Focus, la marea fue claramente propiciada por el establishment
para desviar por vías nacionalistas la agresividad y el enfado que
creaba la percepción de la estafa bancaria, y fue enseguida asumida por
el conjunto de la prensa nacional, explica un informe de académicos
alemanes y griegos publicado el año pasado." (Rafael Poch, La Vanguardia, Rebelión, 23/04/2013)

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