"No hay que esperar. Pueden plantearse
ya alternativas concretas que permitan caminar en la senda del cambio
estructural. Por ejemplo, en relación con el rescate del sistema
financiero. “Hay una percepción generalizada de que lo ocurrido con la
banca –su rescate- es injusto, pero se añade que, un mal menor que
habíamos de asumir”, comenta Bibiana Medialdea.
Es una explicación que
funciona “porque parcialmente es verdad”, añade la docente. “Nos han
colocado en una situación de chantaje; y es así porque se le ha dado a
la banca tanto poder que tiene la capacidad de conducir la economía al
desastre”. Sin embargo, nada se dice de lo ocurrido con anterioridad a
la crisis: la responsabilidad del sistema financiero (bancos y cajas)
en la burbuja inmobiliaria y crediticia, y en todos los procesos
especulativos.
Asimismo, se obvian “los beneficios escandalosos de la
banca privada en los años del crecimiento económico, mucho mayores que
los del sector financiero de otros países y que los de empresas de
otros ámbitos productivos”, explica la economista.
Para sortear la crisis se ha recurrido, como tantas otras veces, a la “socialización de las pérdidas”. (...)
El cálculo de las ayudas al sistema
financiero oscila entre 140.000 y 180.000 millones de euros, a los que
deben agregarse otros 300.000 millones de euros en préstamos del BCE
(dinero público a tipos de interés subvencionado), que los bancos han
utilizado, en buena medida, para adquirir deuda pública a tasas de
interés más elevadas. Además, según la activista, “la banca española
aún acumula muchos activos tóxicos; la sangría de recursos no ha
terminado”.
Pero la experiencia internacional
demuestra que existen otros modos de gestionar la crisis financiera,
aun considerando que se trata de otros contextos y sin ver espejismos
de modelos ideales. Alternativas que permiten avanzar. Bibiana
Medialdea cita lo ocurrido en 1992 en Suecia (el caso más parecido al
español, al suceder también una burbuja inmobiliaria) e Islandia
(2008), donde se produjeron reestructuraciones del sistema financiero
que, pese a incluir también un desembolso de recursos públicos,
hicieron descargar buena parte de la factura de la crisis en inversores
privados y acreedores.
Ello supuso un alivio para los contribuyentes.
También se asumió, en los ejemplos suecos e islandés, la quiebra de
entidades financieras y el enjuiciamiento de gestores, así como el
control público de entidades a las que el estado prestó capitales. Lo
menos que podemos exigir, resume Bibiana Medialdea, es que “el rescate
nos cueste lo menos posible y la garantía de que este escenario no
volverá a producirse”.
La economista cita otro ejemplo, más
lejano, de alternativa a la gestión de la actual crisis financiera: el
“banco bueno” de Roosevelt en la época de la “gran depresión”
norteamericana.
En un contexto, salvando las diferencias, similar al
actual, de crisis financiera, insolvencia de las familias, y una
burbuja inmobiliaria previa, Roosevelt nacionalizó bancos en quiebra
pero también adquirió hipotecas a las entidades financieras a precios
más bajos de los nominales, les obligó a asumir quitas parciales y, en
definitiva, encaró con una mirada progresista las consecuencias del
festín inmobiliario.
Promovió que las hipotecas fueran asequibles para
las familias y se evitaron desahucios, pero introduciendo también
ciertas cautelas (que se tratara de viviendas de primera residencia o
tomando en consideración criterios de renta). (...)
Mientras que el “establishment” propone
–por ejemplo, con la reforma del sistema público de pensiones- caminar
hacia un incremento de la vida laboral, Bibiana Medialdea plantea
recorrer la senda contraria: el reparto del empleo y del trabajo
reproductivo. Para ello, la activista subraya que la única vía es
“generar empleo público”.
Pero, matiza, “no sirve cualquier tipo de
crecimiento; debería centrarse en áreas estratégicas y servicios
públicos esenciales, como medio ambiente, sector de la dependencia o
educación infantil”. La previsible jeremiada de la ortodoxia neoliberal
frente a esta medida no se hará esperar: “no hay dinero”.
¿Cómo, por
tanto, movilizar los recursos públicos necesarios?
En primer lugar, señala la activista,
mediante la creación de una banca pública, “pero no de cualquier tipo;
ha de suministrar crédito con criterios de utilidad social y
perspectiva ambiental, sin que importe la rentabilidad financiera a
corto plazo”.
Además, podrían movilizarse recursos por la vía fiscal.
Bibiana Medialdea recuerda que el fraude fiscal es “un robo cotidiano
por parte de los grupos sociales privilegiados, que los gobiernos –sean
del PP o del PSOE- nunca han tenido la voluntad política de acotar”.
El Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) cifró en
2011 el fraude fiscal en 70.000 millones de euros, mientras que el
grueso de los recortes ejecutados en 2012 (sanidad, educación y
servicios sociales) rondaron los 40.000 millones de euros.(...)
Según los datos de FUNCAS, el 79% del fraude fiscal corresponde a
grandes empresas y prominentes fortunas. “Al tratarse de bolsas grandes
y concentradas, no son necesarios tantos recursos para combatir el
fraude a gran escala; lo que falta es voluntad política”, concluye
Bibiana Medialdea. (...)
Por último, podrían movilizarse
recursos para generar empleo si se decidiera cuestionar el actual
esquema de pago de la deuda. A finales de 2012, la deuda del conjunto
de la economía española (pública y privada) representaba el 425% del
PIB (la deuda hipotecaria de las familias sólo supone algo más del 20%
del conjunto de la deuda española).
Pero lo más significativo es que
antes de la crisis, el balance de ingresos y gastos en las cuentas
nacionales se mostraba bastante equilibrado (incluso con superávit
presupuestarios). “Es la crisis lo que hace que se dispare la deuda”,
subraya Bibiana Medialdea.
¿Alternativas? “Hay grupos que trabajan por
las Auditorías de la Deuda en diferentes países, y que concluyen que
parte de la deuda pública, aunque legal, no es legítima; siguiendo los
ejemplos, entre otros muchos, de Argentina y Ecuador, podrían
declararse impagos unilaterales y establecer una renegociación de la
deuda en términos equitativos”, responde la economista. Y añade que, a
su juicio, “las quitas parciales de deuda, aunque se satanicen,
acabarán por adoptarse”.
Otra cuestión es que podrían
establecerse prioridades a la hora de abonar la deuda que finalmente se
reconozca. “Porque la deuda se basa en un contrato privado que no
puede estar por encima de cualquier principio; es el Estado el que, en
función de su soberanía, debería establecer sus prioridades en cada
momento; así pues, ¿Por qué atender antes a los acreedores privados que
a las necesidades colectivas más básicas”, se pregunta la docente y
activista.
Puede que, en el escenario actual, todas las alternativas
planteadas se vean lejanas, “pero son perfectamente factibles desde el
punto de vista técnico; el problema es acumular la fuerza social
necesaria”. (Bibiana Medialdea Garcia, Economía crítica y Crítica de la Economía, 16/05/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario