28.5.13

El crecimiento económico no puede basarse en robar un trozo de pastel al vecino sino en agrandar la tarta. Y eso sólo puede conseguirse estimulando la demanda interna de todos

"Son muchas las voces que desde Alemania emplean una argumentación en extremo simplista a la hora de explicar la aversión que contra este país se está generando en la mayoría de la Eurozona. Es pura envidia, dicen, la misma que despiertan los niños aplicados de un colegio en todos los demás alumnos. 

Al mismo tiempo, en actitud comprensiva se dirigen a los otros países para subrayar que ellos ya hicieron en el pasado los mismos ajustes y reformas que ahora exigen a los demás.

Hay en este planteamiento un punto de verdad, pero tan solo un punto. Es cierto que, paradójicamente, el partido socialista alemán, con Schröder a la cabeza, instrumentó todo un plan de recortes sociales al que llamó “Agenda 2010”, y que muchos alemanes están ahora pagando.

 Es también cierto que, gracias a esta política tan antisocial, Alemania consiguió ganar posiciones competitivas frente a la mayoría de los países de la Eurozona y a través del superávit de su balanza de pagos crecer económicamente y solucionar sus problemas de financiación; pero precisamente todo eso solo ha sido posible porque los otros países no aplicaron la misma política, ya que, de lo contrario, los efectos se hubiesen neutralizado, ninguno hubiese ganado competitividad y, eso sí, las sociedades se hubieran hecho más desiguales.

 Es más, de no estar constituida la Unión Monetaria, el resto de Estados podrían haber compensado la política darwinista de la economía alemana con la simple depreciación de su moneda.

El discurso de Merkel y de los sabios alemanes empeñados en que todos los países sigan el ejemplo de Alemania es claramente contradictorio. Si las políticas de austeridad y las medidas antisociales se generalizan a toda la Eurozona (incluyendo a Francia y a Italia), el resultado no puede ser más que la recesión y el incremento de la desigualdad. 

El crecimiento de la economía alemana está basado en las exportaciones y en el superávit de su balanza de pagos o, lo que es lo mismo, en el déficit de la balanza de pagos de los demás. Lo que Alemania no quiere entender es que superávit y déficit son términos correlativos.

 Un país no puede tener superávit en su balanza de pagos a no ser que otros países tengan déficit. La relativa bonanza de Alemania tiene su contrapartida en las dificultades económicas del resto de los países de la Eurozona. Situación que a medio plazo no se puede mantener y que está conduciendo al estancamiento económico de toda la Unión Monetaria, situación que podría empeorar si Francia entrara por la senda de la austeridad.  (...)

La competitividad de los Estados constituye un sistema de suma cero. Si un país es más competitivo es porque otro lo es menos. Todas las economías no pueden ser más competitivas simultáneamente. Carece absolutamente de sentido, en consecuencia, plantear el problema económico de la Unión Monetaria desde la óptica de la ejemplaridad, y dividir a los Estados en aquellos que han hecho los deberes y los que no. 

El crecimiento económico no puede basarse en robar un trozo de pastel al vecino sino en agrandar la tarta, y ello únicamente puede conseguirse estimulando la demanda interna de todos y cada uno de los países.

Este análisis, no obstante, puede tener un error de base. Y es que tal vez ni Merkel, ni Draghi, ni los altos cargos de la Comisión estén interesados en agrandar la tarta, sino tan solo en incrementar la parte de ella que va destinada a las fuerzas económicas y financieras, al capital, en detrimento de las retribuciones de los trabajadores y de las rentas correspondientes a las clases bajas de todos los países; y eso sí lo están consiguiendo de manera bastante perfecta, desde luego.

 Los programas de austeridad, tanto en Alemania como en los otros países, solo son tales para la mayoría de la población, pero existe una minoría bastante extensa que resulta muy beneficiada. Las clases económicas y empresariales están obteniendo cambios notables en la correlación de fuerzas, y logrando retrocesos trascendentales hacia el capitalismo salvaje del siglo XIX."         (Juan Francisco Martín Seco, Attac España, 16/05/2013)

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