"La tendencia alemana de utilizar a Europa para su propia proyección
de poder, siempre se ha encontrado enfrente con Francia, el único país
europeo capaz de ejercer una inspiración alternativa al modelo alemán de
Europa.
Las dudas de París sobre el neoliberalismo alemán forman parte
de los impulsos que hay que aniquilar. Después de la campaña de Grecia,
la campaña de Francia ha sido, está siendo, el fenómeno más notable de
la serie.
Casi todos los grandes medios alemanes han titulado en los
últimos meses sobre la “Francia enferma”, sin mencionar que el grueso
del problema de Francia es la caída de los flujos comerciales hacia ese
país de parte de la Europa meridional arruinada por la austeridad
alemana.
“El Paciente francés” (Frankfürter Rundschau), “El niño problemático de Europa” (Tagesspiegel), han sido menús corrientes aquí, sin que faltaran titulares impertinentes como el de la portada de Die Welt del 22 de febrero:
“¿Cuan perezosos son los franceses?”. Cuando el Bild Zeitung se pregunta en portada, “¿Será Francia la próxima Grecia?” no está formulando preocupación, sino más bien un oscuro deseo freudiano.
Para el semanario portugués Expresso, “Alemania
está mostrando los crónicos problemas que tiene con su propia identidad
que hacen que le sea muy difícil convivir con sus vecinos europeos”.
Desde Bruselas el analista Wolfgang Münchau recuerda esta semana una
declaración de 1990 del ministro de industria de Thatcher, Nicholas
Ridley, según la cual la entonces planeada unión monetaria europea no
era más que una conjura alemana con el objetivo de tomar el poder en
Europa. “Recuerdo que aquella declaración antialemana me indignó
entonces, pero ahora hay que reconocerlo: eso es precisamente lo que ha
pasado”, dice." (Rafael Poch, La Vanguardia, Rebelión, 23/04/2013)
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