"Aunque es tentador pensar que una política industrial acertada, unida al
escenario cambiario más favorable permita a los países multiplicar su
esfuerzo exportador, Miren Etxezarreta
recuerda los límites de tal hipótesis para la economía española: la
necesidad de una demanda exterior, la competencia en precios con otros
países y otros elementos cualitativos a tener en cuenta dada la
naturaleza de los productos potencialmente exportables. (...)
La necesidad de una estabilidad cambiaria conllevaría, por lo tanto,
necesarios controles de capital, herramienta que, aunque sean
perfectamente viables, podrían generar dificultades añadidas en su
gestión.
Por otro lado, nuestra condición de países periféricos
de Europa se la debemos a más factores estructurales que a nuestra
pertenencia al Euro. Por lo que es previsible, como ya citamos en un artículo anterior
, que a largo plazo, cualquier país que saliera, buscaría de nuevo un
anclaje al Euro o a la divisa de la cual dependiera su economía.
O
incluso peor: si la salida unilateral de la moneda única tuviera lugar
en más de un país de manera descoordinada, podríamos asistir a una serie
de devaluaciones competitivas en varios de ellos que anularían sus
efectos positivos (que era lo que originalmente Robinson denominaba
políticas de empobrecimiento del vecino).
Ante su falta de efectividad,
esta estrategia podría acabar dando lugar a una reproducción de las
políticas de ajuste salarial que se tratan de evitar.
Por lo
tanto, aunque una respuesta nacional unilateral a la crisis en Europa a
través de una salida del euro le devolvería al país una serie de
importantes instrumentos de política económica; sin embargo, lo haría a
un precio elevado en cuanto a mantenimiento de dependencias productivas, financieras y comerciales externas con potenciales efectos desestabilizadores.
Además, no impide a priori
que la periferia siga sometida a una dependencia monetaria del euro, ni
que las medidas de ajuste salarial se vuelvan a convertir en la
solución dada por los gobiernos a los problemas de competencia externa. (...)
Es a partir de la crítica a la iniciativa de la retirada unilateral
que autores de la izquierda como las ya citadas Onaran o Etxezarreta y
otros como Alejandro Ramírez , Daniel Albarracín o los miembros de Syriza Christos Laskos, John Milios y Euclid Tsakalotos
, también advierten del riesgo de que las acciones tomen carácter
nacional.
Detrás de los desequilibrios entre agentes del centro y la
periferia están, para estos autores, las dinámicas y formas propias del
capitalismo contemporáneo.
Por lo tanto, la condición necesaria para una
transformación económica es el cuestionamiento de la verdadera esencia
de los problemas (la dinámica neoliberal europea impuesta en todos y
cada uno de los países del la UE) y no la forma de éstos (el conflicto
entre los países del centro y la periferia de la Unión Monetaria).
La unión de las mayorías sociales de toda Europa en torno a una
propuesta de Europa post-capitalista, darían más fuerza a ciertas
demandas inmediatas que ya se están dando y que servirían como inicio de
una transición a otro paradigma económico. En este sentido, Onaran
identifica cuatro ejes de posibles reformas que contarían ya con un
amplio consenso dentro de la izquierda: resistencia contra las políticas
de austeridad; reforma del sistema fiscal orientada a lograr un fuerte
incremento de su progresividad, junto con la recuperación de los
controles sobre los movimientos de capital; nacionalización y control
democrático de los bancos; y, por último, auditoría ciudadana y, a
través de ella, impago de la parte ilegítima de la deuda.
Las
reflexiones de Albarracín evidencian que estas exigencias suponen
indirectamente la oposición frontal a la institucionalidad de la zona
euro – las Memoranda de Entendimiento, Maastricht y los posteriores
pactos por la austeridad, el BCE, órganos políticos europeos… – , por lo
que la fortaleza de una posible alianza de clase internacional
resultaría más conveniente que las iniciativas de carácter nacional para
cuestionar los pilares de la UE. (...)
En ese contexto, la única manera de evitar la profundización en el
abismo sería la puesta en marcha de una estrategia de respuesta de
carácter internacionalista.
En este sentido, Armando Fernández Steinko
propone la creación de un frente europeo-mediterráneo que “podría sumar
un peso político y económico suficiente para forzar un cambio de las
políticas de austeridad, vincular el pago de la deuda al crecimiento
económico y poner en marcha un plan de inversiones públicas con
capacidad de generar empleo en el marco de la reconversión social y
ambiental de todo el Continente”.
Para ello, “[u]na política
solidaria tendría que definir una nueva división europea del trabajo y
revisar las grandes reglas que regulan hoy las relaciones económicas
entre los países europeos”.
De acuerdo con Steinko, “[l]a cuestión
central no es, por tanto, si salirse o no del euro o qué hacer con la
deuda. Lo principal es cómo, con qué y con quién crear una estructura
económica y laboral con capacidad de financiar de forma perdurable un
orden político y social justo, democrático y sostenible”. (Juan Barredo Zuriarrain y Ricardo Molero Simarro, Rebelión, 08/05/2013)
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