14.6.13

Estados Unidos, Alemania y Reino Unido son más responsables de la crisis económica que Grecia, Italia o España

"El crédito alemán alimentó la burbuja del ladrillo. ¿En qué medida es Berlín responsable, dado que conocía en qué se iba a invertir el dinero que prestaba, de la crisis económica en España?

El problema es convertir una situación sistémica (o sea, un sistema ladrón y totalmente pasado de rosca como era y sigue siendo el sistema financiero internacional) en una cuestión de peleas entre naciones: las que hacen bien las cosas y las que las hacen mal. 

Este discurso nacionalista o nacional-populista es la alternativa a reconocer la realidad. Hay que afrontar que tenemos un sistema financiero internacional absolutamente insostenible e injusto. 

Los españoles creamos la burbuja, que era lo que Franco nos enseñó a hacer y hemos seguido haciendo desde el posfranquismo hasta hoy, y los alemanes financiaron eso, sin preguntar para qué era el dinero. 

Simplemente pensaban dónde colocar sus enormes excedentes comerciales allí donde les daban un punto porcentual de interés más. Así, entre 2005 y 2008, bancos alemanes y franceses colocaron en España 320.000 millones de euros, gran parte de ellos en el sector inmobiliario. Por eso, la responsabilidad, no ya del inmobiliario sino de esta crisis sistémica, es general.

 Diría incluso que han tenido más culpa los sectores financieros situados en el centro que los de la periferia. Desde ese punto de vista, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido son más responsables que Grecia, Italia o España, por más que no haya palabras para describir nuestra economía política, el ladrillo.

Alemania primero presta dinero para comenzar la casa por el tejado, sin bases, lo que conduce a un estadio de euforia y falsa riqueza en España. Luego, cuando se derrumba el castillo, compra deuda. A los intereses iniciales (superiores a los que obtendría en su propio país) se suman ahora los que le reportan los bonos. ¿Ha sido así de maquiavélico?

Ante la situación de penuria que había en España, los bancos han preferido retirar a puertos seguros el poco capital español que había, en lugar de destinarlo a dar créditos. Y el puerto más seguro es el del bono alemán, con lo cual hemos tenido no sólo una ruina por la situación que se creó en España sino también una ruina agravada por la emigración hacia el norte del capital que teníamos.

Le decía que hace años se embolsaron los intereses del crédito que alimentó la burbuja y luego, cuando se fastidió todo, han comprado deuda española por los altos porcentuales que le reportaba.

No podemos hablar en pasado, porque esto es un presente. Los bancos alemanes y franceses siguen empantanados en el sur de Europa. Siguen teniendo mucho dinero en riesgo aquí y por eso insisten en que todo se focalice al pago de esta deuda bancaria a costa del sacrificio de las clases medias y bajas de los países concernidos.

Más allá de la deuda, ¿tiene Berlín la suficiente envergadura política y económica para imponer su hegemonía en la Unión?

No. Es la gran conclusión: Alemania, siendo más poderosa que sus vecinos, no lo es tanto como para ser el nuevo hegemón de Europa, porque le falta potencia para eso. Si no hay una corrección significativa, todo se derrumbará encima de Alemania en forma de una disolución de la Unión Europea. Es una perspectiva desintegradora. (...)

¿Cree que los mensajes apocalípticos de los gobernantes alemanes o españoles respecto a la insostenibilidad de los servicios sociales responden a una campaña propagandística?
 
Totalmente. La financiación de los servicios sociales bebe de diversas fuentes: la situación demográfica, la productividad, el sistema fiscal... La ideología neoliberal pretende anularlos, sólo se fija en la demografía menguante y, a partir de ahí, saca conclusiones definitivas. 

En este contexto, hay que recordar que el estado social europeo nació y se desarrolló en una época histórica en la que la pirámide social europea conoció el mayor envejecimiento de la historia.

¿Podría la canciller llevar a cabo lo que ha venido a llamarse como "austericidio" sin el shock de la crisis?

Las situaciones de gran desconcierto social son idóneas para imponer agendas impopulares. A una sociedad paralizada, que no sabe y asustada es muy fácil venderle ese discurso: "Recortamos porque hay consideraciones de fuerza mayor y no queda otra alternativa".

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