"(...) Summers comenzó con una cuestión que debería ser obvia, pero que muchas
veces se pasa por alto: la crisis financiera que dio origen a la Gran
Recesión ya ha quedado muy atrás. De hecho, según muchos criterios,
acabó hace más de cuatro años. Sin embargo, la economía sigue deprimida.
Acto seguido hizo un comentario relacionado con el anterior: antes de la
crisis teníamos una enorme burbuja inmobiliaria y de endeudamiento.
Pero incluso con esa gigantesca burbuja estimulando el gasto, la
economía solo funcionaba a medio gas: el mercado de trabajo estaba bien,
pero no era magnífico, y la expansión no llegó a ser lo bastante
potente como para producir una presión inflacionaria significativa.
Summers prosiguió extrayendo una enseñanza digna de mención: insinuó que
tenemos una economía cuyo estado normal es de una demanda inadecuada
—cuando menos, de una ligera depresión— y que solo se aproxima al pleno
empleo cuando hay burbujas que la mantienen a flote.
Yo añadiría algo más. Consideremos la relación entre el endeudamiento de
los hogares y su renta. Entre 1960 y 1985 fue más o menos estable, pero
entre 1985 y 2007, año del estallido de la crisis, aumentó de forma
rápida e imparable.
Pero incluso con los hogares endeudándose cada vez
más, los resultados económicos del periodo fueron mediocres en el mejor
de los casos, y la demanda no mostró ningún indicio de ir por delante de
la oferta. Si miramos hacia el futuro, está claro que no podemos volver
a la época en la que el endeudamiento crecía sin parar.
Eso significa
que la demanda de los consumidores es más débil, y sin esa demanda ¿cómo
se supone que vamos a volver al pleno empleo? De nuevo, las pruebas
hacen pensar que el estado normal de nuestra economía es de una ligera
depresión en la que los breves episodios de prosperidad se dan solo
gracias a las burbujas y al crédito insostenible.
¿Cuál podría ser la causa? Una respuesta posible sería la ralentización del crecimiento demográfico.(...)
Pero todo eso ya ha quedado atrás, y las consecuencias están a la
vista: ni siquiera en el punto álgido de la burbuja inmobiliaria se
construía tanto como en los años setenta. Otro factor de peso puede ser
el pertinaz déficit comercial, que apareció en los años ochenta y que
desde entonces ha fluctuado pero nunca ha desaparecido. (...)
En un sentido más amplio, si nuestra economía tiende persistentemente
a la depresión, viviremos mucho tiempo según las reglas invertidas de
la economía deprimida, donde la virtud es vicio y la prudencia,
insensatez, y donde los esfuerzos por ahorrar más (incluidos los
intentos de reducir los déficits presupuestarios) son perjudiciales para
todos.
Ya sé que mucha gente aborrece este discurso. Ofende a su sentido de
lo correcto, o para ser exactos, de la moralidad. Se supone que la
economía consiste en tomar decisiones difíciles (a costa de los demás,
naturalmente), y no en convencer a la gente de gastar más.
Pero, como
decía Summers, la crisis “no habrá acabado hasta que haya acabado” y la
realidad económica es la que es. Y, al parecer, en este momento, es una
realidad en la que las reglas de la depresión regirán aún mucho tiempo." (
Paul Krugman
, El País 24 NOV 2013 )
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