23.4.14

“Apostad contra Italia y España, y os hundiré. Imprimiré tantos euros como sea necesario... para enterraros bajo los escombros de vuestras sucias apuestas.” Si Draghi lo hubiera dicho antes, nos hubiera evitado la catástrofe

"(...) La aparente “estabilización” de Europa puede atribuirse a dos factores. El primero y más crucial fue la intervención del BCE en el verano de 2012.

 Instantes antes de que la Eurozona volara por los aires –con una detonación devastadora para el resto del mundo—, el BCE se decidió a usar su particular bomba atómica, también conocida Programa Fantasma OMT: “OMT”, por Outright Monetary Transactions [compras directas y masivas de deuda]; y “fantasma”, porque nunca ha llegado a activarse, hasta ahora. 

El Presidente del BCE, el señor Mario Draghi, antiguo chico de oro de Goldman Sachs y del Banco de Italia, lanzó un aviso para navegantes a los comerciantes de bonos del mundo entero:

“Apostad contra Italia y España, y os hundiré. Imprimiré tantos euros como sea necesario para comprar tantos bonos españoles e italianos como sea necesario para enterraros bajo los escombros de vuestras sucias apuestas.”

No fueron esas exactamente las palabras, claro está. Pero fueron palabras que los comerciantes de bonos supieron entender perfectamente. También sabían que el señor Draghi lanzaba esta amenaza violando la Carta del BCE.

 Podrían haber pensado que se trataba de un farol; pero prefirieron dar marcha atrás y dejar sus ventas a corto de los bonos públicos (muy probablemente, porque la Canciller Merkel respaldó al señor Draghi a través del señor Asmussen). 

Hasta ahora, los mercados de bonos parecen felizmente contenidos por la bravata de Super Mario y no ha habido que poner a prueba la amenaza del programa OMT. 
El segundo factor ha tardado más en materializarse. Se trata de una gran transferencia de riqueza de los contribuyentes a los bancos y de los ciudadanos más débiles a las arcas públicas: una transferencia realizada con inmensos recortes en salarios, remuneraciones, puestos de trabajo públicos, inauditos incrementos fiscales y la efectiva demolición de las redes de seguridad social.

 En otras palabras: con una austeridad de tal magnitud, que ha puesto al paciente en estado de coma inducido. En 2012, una Eurozona que se hallaba en la tercera recaída recesiva consecutiva, que había reducido el crecimiento esperado y generado expectativas deflacionarias (ahora confirmadas), hacía más atractivos los bonos de alto rendimiento, especialmente bajo la batuta del programa OMT del señor Draghi.
Con esos dos movimientos, la Eurozona en caída fue forzada a entrar en un atolladero temporalmente estable. El grueso de los gobiernos se convirtieron en pálidas sombras de lo que habían sido, mientras Europa miraba con el rabillo del ojo a la insolvencia de los bancos que seguían operando sin ofrecer realmente crédito a nadie.

 A medida que se contraía el gasto público –y consiguientemente, los servicios a los ciudadanos— y se incrementaban los impuestos, los inversores especulativos (por ejemplo, los fondos de riesgo ávidos de retornos una pizca por encima de los tipos de interés apenas superiores a cero que se ofrecían por doquier) decidieron de repente reconsiderar la posibilidad de meter su efectivo ocioso en la deuda pública europea. 

Después de todo, ¿no había prometido el señor Draghi mantener en la solvencia a los Estados miembros?
Junto con la tardía declaración de la Canciller alemana –en otoño de 2012— de que hasta la patética Grecia sería mantenida a flote, la jugada del BCE y el coma europeo inducido provocaron la marea alta: el dinero privado empezó a derramarse de nuevo por Europa en forma de empréstitos baratos a los Estados europeos y de apuestas en sus mercados de valores. 

Arraigó una ilusión de recuperación. Si no en la economía real, al menos en el dominio de las finanzas públicas y en el ámbito del capital especulativo.
La apariencia de un auge se vio ulteriormente reforzada por el simple hecho de que la Comisión Europea y los distintos gobiernos nacionales, que habían entrado en pánico con las consecuencias políticas de su impulso austeritario, echaron mano al freno.

 Aun cuando nunca llegaron a admitir el fiasco de la austeridad, y aunque nunca hicieron nada por revertir sus devastadores efectos, abandonaron sus planes iniciales de imponer una austeridad todavía más profunda en 2013. 
En suma: los mercados europeos de bonos se han estabilizado a resultas del anuncio del programa OMT del BCE, del auge de las expectativas deflacionarias dimanantes de la recesión inducida por la austeridad, del frenazo en la radicalidad de las políticas de austeridad luego de 2012 y, finalmente, a resultas de la decisión de mantener a Grecia en la Eurozona.(...)"          (¿Por qué se ha estabilizado el mercado de bonos de la Eurozona? Yanis Varoufakis, Sin Permiso, 23/03/2014)

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