"(...) Estamos en el sexto año de la recuperación de la Gran Recesión del
2007-2009 en Estados Unidos y Europa. La subsecuente crisis del euro de
2011-2013 y la timidez de los últimos datos positivos del último año
hacen pensar que Europa también va a tener su década perdida, pero con
un declive más traumático que el japonés. (...)
Recientemente la recuperación aparece más sólida en las tres áreas —por
ejemplo, las últimas predicciones del FMI para 2014 son de un
crecimiento del 2,8% en EE UU, 1,4% en Japón, 1,6% para Europa y 1,2% en
España. Pero estos datos positivos desafortunadamente no despejan la
incógnita sobre la década perdida de Europa. (...)
En otras palabras, la periferia no sólo debe crecer sino que debe
hacerlo más rápido que el norte, si queremos una Europa más equilibrada,
como parecía que iba a ser en la exitosa primera década del euro. (...)
La productividad en algunas partes de Europa era baja antes de las
crisis, pero cayó con ellas y aún no se ha recuperado, excepto en
Alemania. A diferencia de Japón, en la periferia la pérdida ha sido
sobre todo de empleo. Además, Europa no parece estar haciendo la
inversión en capital humano que debería hacer para mejorar su
productividad.
Si nos fijamos en los resultados más recientes de PISA,
en los países de la periferia de Europa los quinceañeros tienen
resultados bajos en habilidades matemáticas y científicas, mientras que
para sus hermanos mayores el paro y la temporalidad en el empleo no son
escuelas alternativas.
En pocas palabras, la mayor pérdida de la década
perdida en la periferia europea va a ser su generación perdida, en una
Europa que, como Japón, envejece y necesita de ella para crecer. (...)
Al igual que en Japón, los bancos europeos han tenido, y aún tienen,
problemas de descapitalización y de exceso de riesgos y deuda soberana
en sus balances. Aunque los problemas de la deuda pública y el
envejecimiento no son tan graves en Europa como en Japón, éstos sólo son
una parte de su propia espada de Damocles; la otra es la debilidad de
su arquitectura como unión económica y monetaria. (...)
En la crisis del euro, como en otras crisis y guerras, se han roto
muchas promesas y expectativas: de puestos de trabajo destruidos, de
deudas que no se debían haber contraído, de servicios sociales que se
han recortado, de frustración que fácilmente se transforma en populismo,
euroescepticismo o nacionalismo.(...)
Estas tres posiciones —populismo, continuismo y retórica del
crecimiento— dominan y van a estar bien representadas en el nuevo
parlamento europeo. Europa aún está a tiempo de evitar una década
perdida y sobre todo que, como Japón, sean dos décadas perdidas.
El
discurso de Renzi, al inaugurar el semestre de la presidencia italiana,
va en la buena dirección al priorizar crecimiento y reformas, pero ni el
Renzinomics se puede quedar en retórica ni la respuesta a la revisión
al alza de las previsiones del FMI para España ser motivo de
complacencia." (
Ramon Marimon /
Thomas Cooley
, El País, 18 JUL 2014)
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