"(...) las instituciones financieras internacionales, entre las que se
encuentra el BCE, la FED o el FMI reconocen lo peligrosamente cercanos
que estamos no ya a una deflación, sino a una espiral deflacionista.
Lo
realmente peligroso es que los datos que conocimos hace unos días son
el resultado de la política monetaria pasada, no de la presente. Por
eso, en un encuentro anual celebrado el 22 de agosto en Jackson Hole,
EEUU, Draghi ha suplicado que los Estados miembros de la
eurozona relajen sus políticas de recortes (horriblemente llamadas de
“austeridad”) y reactiven la política fiscal.
Para más datos, el
ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ha declarado recientemente que el BCE se ha quedado sin instrumentos frente a la situación deflacionista, (...)
Pero es que Mario Draghi en su discurso
ha reconocido que la recuperación de la zona euro es inestable y débil,
por lo que corremos el riesgo de que el periodo de baja inflación se
estabilice. Las expectativas de inflación además presentan una
significativa caída en el largo plazo mientras que a medio y corto
plazo, son todavía peores.
Esto implica curvas de rendimiento con
pendiente negativa o lo que es lo mismo, los mercados están anticipando
una incapacidad del BCE a la hora de reactivar la economía… y
pronostican un periodo deflacionario intenso y duradero, de ahí las
palabras de angustia de Mario Draghi.
Es simplemente inverosímil que esta
situación se pueda acercar a algo que se parezca a una “recuperación”.
El BCE, como reconocía el ministro de finanzas alemán, se ha quedado
sin instrumentos y su política monetaria ha ido comprando tiempo a un
precio desorbitado.
Sin embargo, la enorme problemática es el
gigantesco apalancamiento de los bancos europeos. Así, a pesar de haber
crecido la masa monetaria un 1,8% en la eurozona, el crédito ha caído más de un 1,9%. El problema de la eurozona y sobre todo de España es el estado de sus bancos (...)
y el hecho de que los canales de transmisión de la política monetaria están rotos. (...)
A aquellos que se vanaglorian de que la inflación subyacente
(coreinflation, es decir, aquella que no incluye ni comida ni precios de
la energía) no ha caído “tanto” como el IPC armonizado, tienen que
tener en cuenta que los productos alimenticios caen debido a que el
consumo interno no está funcionando como es debido: no hay dinero para
comprar ni alimentos.
La espiral es clara, políticas liberales de
recortes, estrellan la economía, que empeoran balances bancarios ya de
por sí en tensión, que a su vez refuerzan la debilidad de las empresas
más frágiles, y vuelta a empezar. (...)
En Europa si el dinero impreso por el BCE no ha ido a parar a la
economía productiva, ha tenido que fluir por otros cauces: también está
alimentando burbujas de activos. Dado que los fundamentales de los
países de la eurozona como España, Italia, Grecia o Portugal no han
mejorado, sino todo lo contrario, no se entiende la caída “histórica” de
la prima de riesgo asociada sin esa burbuja de activos. (...)
Hay una burbuja de activos financieros financiada por los bancos centrales, y previsiblemente crecerá con un QE europeo.
Además ahora quiere utilizar los ABS de
forma que los bancos puedan ir al BCE y tomar liquidez dando a cambio
activos titulizados compuestos por activos empresariales, lo que se
espera que estimule a los bancos a conceder más créditos a las empresas
a cambio de esos títulos.
El problema es que esas empresas están
lastradas por una demanda deprimida a golpe de austeridad por
las políticas de recortes, con España como gran promotora. Así, por
mucho incremento de liquidez que se ponga encima de la mesa, éste no
servirá para reactivar la economía, sino que, en el mejor de los casos,
solo servirá para sanear balances.
Son los últimos cartuchos de un Mario
Draghi impotente que ve como el legado que dejará será un largo periodo
deflacionario, de difícil recuperación(...)" (Ivan H. Ayala, Blog de Econonuestra en Público.es , en Economía Crítica y Crítica de la Economía, 05/09/2014)
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