"Existe un consenso generalizado sobre el excesivo tamaño que ha alcanzado el sector financiero en la economía global:
el volumen de operaciones financieras ha pasado de ser 25 veces el PIB
mundial a mediados de los años noventa, hasta representar actualmente 70
veces el PIB mundial, e incluso si pudiéramos contabilizar
todos los flujos financieros que no se contabilizan en mercados
organizados, podríamos llegar a las 250 veces.
La mayor parte
de este crecimiento se deriva de operaciones especulativas a plazos
extremadamente cortos (incluso inferiores a un día), que son escasamente
productivas y que encierran un enorme potencial de distorsión sobre los
mercados financieros y, por extensión, también sobre los mercados
reales.
Muchos de estos nuevos instrumentos son de muy reciente creación: las
primeras permutas financieras de riesgo de crédito (conocidas por sus
siglas en inglés CDS) empezaron a negociarse en los años noventa, y se
expandieron durante la última década. El importe nominal de los CDS en
circulación se ha disparado desde unos 919.000 millones de dólares a
finales de 2001 hasta los 58 billones de dólares en diciembre de 2007 y
más de 150 billones (estimados) en 2011.
Al igual que otros derivados,
los CDS se negocian como OTC y, por tanto, fuera de los mercados
oficiales y regulados, de forma bilateral y directa entre los
operadores.
A modo de ilustración, las turbulencias que han experimentado los
títulos de deuda soberana de Grecia y otros países en abril y mayo de
2010, tienen su origen en movimientos especulativos y han obligado a la
UE a establecer un fondo de 750.000 millones de euros, con la
participación del FMI, como mecanismo de respaldo a los Estados miembros
y de defensa de la moneda única
Ante la tensión desatada, las
operaciones “intradía” en la bolsa española representaron casi el 35% de
todas las operaciones realizadas durante las tres primeras semanas de
mayo de 2010, alcanzando el 43% a finales de 2013. (...)
A diferencia de cualquier otro sector que ofrezca bienes y servicios a
los consumidores finales, los productos del sector financiero están en
gran medida libres de impuestos.
Por ejemplo, el IVA de la Unión Europea
no se impone a los servicios financieros, amparándose en un enfoque de
“exención básica” que deja fuera de la tributación por IVA a todas las
actividades básicas de la intermediación financiera, y sólo están
sujetos a impuestos algunos tipos de servicios auxiliares, como pueden
ser los servicios de asesoría, cajas de seguridad, tasas sobre
operaciones de cajeros automáticos, o servicios de gestión de carteras.
Las distintas opciones para España introducen un aumento de las
plusvalías obre transacciones, la introducción del IVA y la introducción
a nivel global, de un impuesto de transacciones financieras y/o a la
banca. (...)
Para España se han llevado a cabo algunas simulaciones sobre el impacto
de establecer una serie de figuras impositivas sobre la actividad
financiera y bancaria. En concreto, un impuesto sobre plusvalías, un
impuesto sobre la banca, y un impuesto sobre transacciones financieras,
que la UE tímidamente ha iniciado el trámite.
La recaudación potencial,
teniendo en cuenta que los datos disponibles son antiguos y no de muy
buena calidad, podría estar entre 12.000 y 15.000 millones € por año,
cifra no desdeñable (1,2-1,5% del PIB), lo cual sería un gran alivio
para las arcas públicas. (...)" (Alejandro Inurrieta, Vox Populi, 14/09/2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario