17.10.14

Del porqué la gente corriente soporta riesgos económicos y Donald Trump no

"Hace treinta años, en el día de su inauguración, Donald Trump estaba con un abrigo oscuro en el Casino de Atlantic City, Trump Plaza, celebrando su nueva inversión como el edificio más bello de Atlantic City y posiblemente del país.

La semana pasada el Trump Plaza cesaba su actividad y el Trump Taj Mahal se declaraba en quiebra dejando a unos mil empleados sin trabajo.

Entretanto, Trump, declaraba en Twitter que él “no tenía nada que ver con Atlantic City”, y vanagloriándose por su “maravillosa gestión del tiempo” al salir de la inversión.

En Estados Unidos, la gente con mucho dinero puede evitar fácilmente las consecuencias de malas apuestas y grandes pérdidas con la retirada del dinero ante el primer indicio de problema.

Las leyes les protegen a través de la responsabilidad limitada y la quiebra.

Pero los trabajadores que se mudaron a un lugar como Atlantic City por un trabajo, que invirtieron en su casa allí y que se formaron no tienen semejante protección. El trabajo se desvanece, las habilidades son repentinamente irrelevantes y el valor de las viviendas se desploma.

Quedan atrapados en el embrollo. (...)

Las corporaciones incluso usan la bancarrota para romper los contratos con sus empleados. Cuando American Airlines fue a la bancarrota hace tres años vació sus acuerdos laborales y congeló los planes de pensiones de sus empleados.

Cuando salió de la bancarrota el año pasado y se fusionó con U.S Airways, sus acreedores fueron pagados enteramente, sus accionistas salieron más ricos de lo que entraron y su Consejero Delegado consiguió una indemnización de 19, 9 millones de dólares.

Los antiguos trabajadores de American Airlines sin embargo fueron estafados.

Wall Street tampoco se preocupa del fracaso. Recordaran que Wall Street casi quiebra hace seis años tras arriesgar cientos de billones de dólares en malas apuestas.

Un generoso rescate del gobierno federal mantuvo a los banqueros a flote y desde entonces muchos de los habitantes de la calle han salido muy bien parados.

Sin embargo, hasta ahora, más de 4 millones de familias estadounidenses han perdido sus hogares. Fueron atrapadas en la cascada de excesos de Wall Street.

No tenían ni idea de que la burbuja inmobiliaria estallaría y no leyeron la letra pequeña de las hipotecas que los banqueros les vendían.

Pero no se les permitió ir a la bancarrota y conservar sus hogares.

Cuando algunos miembros del Congreso intentaron enmendar la ley para permitir a los propietarios de las casas el uso de la bancarrota, la industria financiera bloqueó el proyecto de ley. (...)

Las economías son arriesgadas. Algunas industrias crecen y otras implosionan, como la inmobiliaria. Algunos lugares se enriquecen y otros quedan atrás, como Atlantic City. Algunas personas consiguen nuevos trabajos que pagan mejor y muchas otras pierden sus trabajos y sus salarios.

La cuestión básica es quién debería soportar esos riesgos. En la medida en que la ley proteja a los grandes inversores y ponga el riesgo sobre la gente corriente, los inversores continuarán haciendo grandes apuestas que les dan grandes premios cuando ganan pero crean pérdidas para el resto.

La gente común necesita más nuevos comienzos. Las grandes corporaciones, los bancos y Donald Trump necesitan menos." ( Robert Reich, Sin Permiso, 28/09/2014)

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