"(...) P. Su principal propuesta contra el retorno de la
desigualdad es establecer un impuesto global y progresivo sobre el
patrimonio a nivel mundial...
R. ... Y también la difusión de la educación y la
inversión en el conocimiento, que son probablemente los mecanismos más
decisivos para la reducción de desigualdades.
P. Su impuesto mundial al patrimonio, ¿no es utópico, ingenuo?
R. ¿Por qué? El mundo acabará yendo en esta
dirección. Se pueden ir dando pasos hacia él, peldaño a peldaño, en
Europa por ejemplo, sin que tengamos que esperar obligatoriamente al
advenimiento de un Gobierno mundial en la suposición de que sin él no
pueda avanzarse nada.
P. A pasos pequeños los procesos se eternizan.
R. Mi propuesta no inventa nada en el vacío. Parto
de que la mayor parte de los países han instaurado potentes impuestos
sobre la propiedad inmobiliaria, las property tax. Pues hay que
modernizar el esquema y transformar esos impuestos en un impuesto
progresivo, y global, que grave todos los distintos activos
patrimoniales netos, puesto que se han ido diversificando.
Eso
permitiría suavizar la fiscalidad a una inmensa mayoría de la población.
Fíjese como en el Reino Unido los laboristas incrementaron la
progresividad del impuesto sobre las transacciones inmobiliarias, pero
luego los conservadores, no solo no la suprimieron, sino que incluso lo
incrementaron. Es algo concreto, nada utópico.
P. Pero no muy frecuente.
R. Estamos en un período histórico en que los patrimonios soportan muy bien una mayor presión. España es un caso impactante. La riqueza patrimonial privada es de un nivel altísimo, supone entre siete u ocho puntos del PIB. Sería una locura no pedir a esa riqueza un poquito más de contribución.
P. Usted ha calculado que con ese impuesto la UE
podría recaudar un 2% de su PIB, lo que equivale a dos ejercicios
presupuestarios, y se acerca al paquete de 300.000 millones de euros de
inversión propuesto por el presidente Jean-Claude Juncker para relanzar
la economía europea.
R. Los patrimonios pueden afrontar fácilmente esa
cuantía. Si las grandes fortunas crecen anualmente entre un 6% y un 8%;
un impuesto de un 1% no sería confiscatorio, ni mucho menos.
P. Para ponerlo en práctica está el obstáculo de la evasión fiscal, difícilmente salvable..
R. La ventaja de la UE es que, si quiere, puede
hacer respetar sus decisiones. Hace cinco años se creía intocable el
secreto bancario suizo. Bastaron las sanciones de EE UU en algunos casos
para que Suiza siguiese la corriente general, porque EE UU suponen un
cuarto del PIB mundial.
Pero la UE también tiene ese peso. Si ponen
sanciones, se les respeta. Lo único triste es que los Veintiocho
tuviesen que esperar la actuación de Washington; pero veámoslo desde el
optimismo, contra el pesimismo de que nada cambiaría jamás, las cosas
pueden cambiar, y de hecho cambian. (...)
P. Y arrastramos la Tasa Tobin [sobre las transacciones financieras] entre miles de vericuetos procesales...
R. Es que técnicamente es muy complicada, más
complicada que el impuesto mundial sobre el patrimonio. Que, además,
introducirá más transparencia financiera, se sabrá el origen de cada
elemento de capital. (...)" (
Xavier Vidal-Folch
, El País, Barcelona ,
15 OCT 2014)
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