"Siete años de crisis, más de un billón de deuda pública y España tiene
un sistema de seguimiento de cumplimiento de las cuentas públicas
impropio de un país de 32.000 dólares por habitante. La información que
se publica es de las partes, pero no tenemos la del todo.
La
Administración central está adulterando sus datos de ingresos con
atípicos procedentes de emitir bonos a tipos de interés por debajo de su
cupón. Pero eso es una pura anotación contable que no mejora el dinero
disponible en la caja para pagar sueldos de funcionarios, pensiones e
intereses de la deuda. (...)
La bajada de prima de riesgo, sobre todo a corto plazo, ha frenado la
dinámica de insostenibilidad de deuda. Pero el coste implícito de la
deuda pública está próximo al 4%. (...)
La
solución más razonable es aumentar el crecimiento, la inflación y el
crecimiento de los ingresos fiscales. Esto es lo que ha hecho EE UU
desde 2009 y tiene la tasa de paro en el 6% y el déficit público acabará
2014 próximo al 3% del PIB. Pero la negación de la realidad de los
gobernantes europeos y españoles nos aleja de la solución.
El relato
oficial es que los bancos son solventes, que la deflación es expansiva,
que la solución es más austeridad, más competitividad, o sea más bajada
de salarios, y que hay margen para bajar los impuestos.
Pero hay dos variables que los gobiernos no controlan: la estabilidad
social y los votos de los ciudadanos y los mercados.
Los votantes de
los países endeudados ya se han cansado y la estabilidad social está
amenazada.
Y los mercados empiezan a ponerse nerviosos. Aún hay tiempo,
aunque cada vez menos, para un diagnóstico realista, un debate europeo
serio sobre la deuda y un cambio de rumbo de la política económica. Pero
parece que nuestros gobernantes seguirán malgastando el tiempo,
mientras la deuda crece exponencialmente." (
José Carlos Díez , El País,
30 OCT 2014)
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