"En 1994, la industria ocupaba al 29% de la población ocupada en
Catalunya. En el 2013 ese porcentaje se redujo al 18,3%.
La magnitud del
descenso ha sido prácticamente idéntica (del 29% al 18,6%) en términos
de peso sobre el PIB. Los datos se recogen en un estudio encargado por
la Fundació per la Indústria (antes Fundació Gremi de Fabricants)
elaborado por el economista Josep Oliver.
Del estudio emerge una visión muy diferente de la realidad de un país
que ha hecho de la tradición industrial parte de su identidad. En las
grandes regiones industriales alemanas y del Centro de Europa, la
industria es todavía más del 30% del empleo. Catalunya anda ya muy lejos
de esos porcentajes y recuperar los 250.000 empleos perdidos en este
periodo, conceptuado como la peor crisis vivida en medio siglo, es una
quimera.
Lo ocurrido no es específico de Catalunya. Es común a la casi
totalidad de regiones al oeste del Rin, convertida hoy en la nueva línea
divisoria entre la Europa industrial y la que no lo es.
Desaparecen los
islotes industriales del Sur europeo. Entre ellos el País Vasco, donde
el peso de la industria en el PIB baja del 28% al 21%. Sale mejor parado
que Catalunya. Es verdad. Pero revela que ni el concierto económico ni
una estrategia más agresiva han evitado el declive.
Es decir, la globalización, a través de deslocalizaciones y una
fuerte competencia a la baja en precios, ha tenido efectos devastadores
sobre el empleo industrial en la Europa del Sur.
Se pueden encontrar atenuantes. Pero el declive industrial en Catalunya es insólito y único por su profundidad.
Se puede decir que lo ocurrido es resultado de la crisis financiera e
inmobiliaria. En parte es así. Pero también es verdad que la burbuja
“narcotizó” la inversión con mucho crédito que no volverá y que la
construcción tiró de algunos sectores industriales. (...)" (RAMON AYMERICH, LA VANGUARDIA, 9.12.14, en Diari de Miquel Iceta, 09/12/2014)
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