"(...) mientras se estima que Europa necesita el ingreso a su sistema laboral
de unos 20 millones de trabajadores extranjeros para sostener su
declinante economía, mantener su competitividad a nivel internacional, y
hacer viable su sistema de pensiones, crece en el continente la oleada
xenófoba y se exigen límites a la inmigración. (...)
De acuerdo con un estudio realizado por el University College de
Londres, entre 2001 y 2011 los inmigrantes europeos contribuyeron con
más de 31.500 millones de dólares a las finanzas públicas británicas.
Del mismo modo, todas las investigaciones a nivel europeo indican que
los inmigrantes solicitan menos subsidios que los nacionales, son
contribuyentes netos en términos de impuestos, y asumen tareas que los
nacionales ya no aceptan. (...)
David Cameron, divulgaba su propuesta para limitar drásticamente la inmigración europea.
Los residentes de otros países europeos serían expulsados de no
encontrar un trabajo en un plazo de seis meses. Tendrían que trabajar de
forma continua durante cuatro años antes de tener acceso a los
beneficios sociales del país. También enfrentarían restricciones en su
derecho a la reunificación familiar, incluso después de tener un empleo.
El mismo debate está en curso en Alemania, donde el gobierno está
llevando a cabo una campaña mediática para impulsar el apoyo popular a
un proyecto de ley que también contempla la expulsión de los inmigrantes
europeos que no encuentren trabajo en un plazo de seis meses. Es obvio
que esto tendrá un efecto cascada en otros países europeos. (...)
Una oleada de xenofobia se está propagando en toda Europa.
El Frente Nacional de Marine Le Pen apunta a convertirse en el mayor
partido de Francia. En Italia, la derechista Liga Norte crece día a día.
Actualmente, existe un partido xenófobo y antieuropeo en todos los
países de Europa, con la notable excepción de España, donde el
gobernante Partido Popular ha sido capaz de representar a toda la
derecha.
Llama la atención que todos esos partidos están estrechando alianzas y fomentando un rechazo paneuropeo hacia la UE. (...)
De acuerdo con un estudio realizado por el University College de
Londres, entre 2001 y 2011 los inmigrantes europeos contribuyeron con
más de 31.500 millones de dólares a las finanzas públicas británicas.
Del mismo modo, todas las investigaciones a nivel europeo indican que
los inmigrantes solicitan menos subsidios que los nacionales, son
contribuyentes netos en términos de impuestos, y asumen tareas que los
nacionales ya no aceptan.
Según proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas, para
mantener un sistema de pensiones viable, Europa necesita incorporar 20
millones de personas al sistema laboral. Pero, en este momento, esto
simplemente no es “políticamente correcto”.
La pequeña minoría de inmigrantes implicados en delitos es lo que
todo el mundo advierte a través de una gran exposición en los medios
informativos. Y los partidos que surfean esta ola, piden el regreso a
una Europa blanca y pura. (...)
La División de Población de Naciones Unidas realizó una proyección
elocuente sobre la declinante demografía española. Si las fronteras
españolas se cerrasen y nadie pudiese entrar o salir, unido a la
creciente reducción del número de mujeres en edad fértil, el resultado
sería que en 2100 la población española se redujese a 800.000 personas.
Basta simplemente observar a los Estados Unidos para poder verificar
la política opuesta. Cada año, los jóvenes aportan una expansión
constante a la fuerza de trabajo y a la economía. Ni siquiera el más
rabioso republicano habla de abolir la inmigración, sino apenas de
mantenerla a un ritmo menor.
Mientras tanto, debido a la contracción de su popularidad, el
presidente Barack Obama está afrontando la cuestión de la inmigración,
pero en la dirección opuesta: quiere legalizar el mayor número posible
de inmigrantes indocumentados… y ya hay 52 millones de inmigrantes.
El auténtico problema es que Europa tiene una carencia dramática de
verdaderos estadistas, hombres o mujeres que estén dispuestos a
contradecir las urnas por el bien de su país.
El mejor ejemplo es la poderosa Merkel, que nunca encaró algún riesgo
o alguna decisión difícil, excepto sobre la abolición de la energía
nuclear, y esto debido a la aversión generalizada después del tsunami
japonés.
El comentario de Merkel acerca de la ley sobre la restricción de los
inmigrantes europeos fue: “Europa no es una unión social”. En otras
palabras, el flujo de capitales está protegido, el flujo de trabajadores
no.
En todo esto, la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE, ha guardado silencio sobre la inmigración. (...)
Europa está cometiendo un suicidio evidente. La gente recién lo
descubrirá cuando haya perdido su posición en la competencia mundial…
solo entonces, tal vez, será clara la diferencia entre un estadista y un
político." (Roberto Savio , Attac Madrid, 11/12/2014)
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