17.12.14

Los griegos podrían haber llegado a su límite... ya no aguantan más

"(...) resulta impresionante contemplar la devastación de Grecia. 

Algunos informes de prensa que he visto indican que el país ha estado fingiendo sus males, para evitar las medidas drásticas que la situación exige. En realidad, ha hecho ajustes enormes: reducir drásticamente el empleo y los salarios públicos, recortar los programas sociales, subir los impuestos. 

Si quieren hacerse una idea de la escala de las medidas de austeridad, sería como si Estados Unidos hubiese aplicado unos recortes del gasto y unas subidas de impuestos equivalentes a más de un billón de dólares al año. Al mismo tiempo, los sueldos del sector privado se han desplomado. Pero la cuarta parte de los trabajadores griegos, y la mitad de los jóvenes, sigue en paro.

Mientras tanto, la situación de la deuda no ha hecho más que empeorar, porque la relación entre deuda pública y el PIB ha alcanzado una cifra de récord —sobre todo por la bajada del PIB, no por el aumento de la deuda— y porque ha surgido un gran problema de deuda privada, a causa de la deflación y la depresión. 

 Hay algunos aspectos positivos; la economía está creciendo un poco, por fin, gracias en gran medida a la recuperación del turismo. Pero, en general, han sido muchos años de sufrimiento para obtener una recompensa muy pequeña.

Lo llamativo, teniendo todo eso en cuenta, ha sido la buena disposición de la ciudadanía griega a asumirlo, a aceptar las afirmaciones de la élite política sobre que el dolor era necesario y que, al final, conduciría a la recuperación. Y la noticia que ha agitado a Europa estos últimos días es que los griegos podrían haber llegado a su límite. 

  Los detalles son complejos, pero en esencia, el actual Gobierno está intentando recurrir a una maniobra política bastante desesperada para posponer las elecciones generales. Y, si fracasa, es probable que las elecciones las gane Syriza, un partido de izquierdas que ha exigido una renegociación del plan de austeridad, lo que podría llevar a un enfrentamiento con Alemania y a una salida del euro.

Lo importante aquí es que los griegos no son los únicos que están hartos de lo que pasa en Hellas (el nombre de su país en griego) y no van a seguir soportándolo. Fíjense en Francia, donde Marine Le Pen, la dirigente del partido anti-inmigración Frente Nacional, supera en los sondeos a los principales candidatos de la izquierda y la derecha.

 Fíjense en Italia, donde alrededor de la mitad de los votantes apoya a partidos radicales como la Liga Norte y el Movimiento Cinco Estrellas. Fíjense en Gran Bretaña, donde los políticos anti-inmigración y los separatistas escoceses ponen en peligro el orden político.

Sería terrible que cualquiera de estos grupos —a excepción, sorprendentemente, de Syriza, que parece relativamente benigno— llegase al poder. Pero hay una razón por la que están en auge. 

Esto es lo que pasa cuando una élite se arroga el derecho de gobernar basándose en sus supuestos conocimientos, su comprensión de lo que se debe hacer, y luego demuestra que, en realidad, no sabe lo que hace y es demasiado inflexible ideológicamente para aprender de sus errores. (...)"             ( El País 13 DIC 2014)

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