"(...) Ciertamente, Grecia no encaja en el euro que quiere Alemania. Pero
esto no es nuevo: se sabía ya en enero de 2001, cuando ingresó en la
eurozona. Explicar esto para los no iniciados resulta difícil, pero
quizá cabe resumirlo diciendo que el euro es un experimento de
laboratorio.
Nunca se había hecho nada parecido, y cuando se hizo fue
siguiendo una teoría elaborada por el economista canadiense Robert
Mundell en los años sesenta, que gracias a su clarividencia fue
recompensado con el premio Nobel de Economía en 1999, el mismo año en
que el euro empezó a circular para otros once países, entre ellos
España, con dos años de antelación a Grecia.
Lo que Mundell vino a decir
es que una moneda común podía circular entre varios países que no
hubieran renunciado a su independencia en otros ámbitos, si se cumplía
una de tres condiciones:
1) libre movilidad de factores productivos
entre los países del área monetaria común;
2) ajuste perfecto de los
salarios a la productividad;
3) transferencias de renta de los países
con mejor ajuste a los de peor.
Descartada 1) por barreras culturales y
lingüísticas (y, caray, porque a partir de cierto punto empiezan a
funcionar el racismo y la xenofobia) los ingenieros del euro confiaban
en 2) y 3). Pero desde el principio todos sabían que el ajuste de los
salarios a la productividad sería más perfecto en unos países que en
otros; y Grecia tenía todas las papeletas para ser de los que menos.
¿Por qué se la dejó entrar? ¿Nadie se hace ahora esta pregunta? Porque,
ojo, no es que entrara con el barullo de todos, no. Entró dos años
después que todos porque entonces ya había dudas. Pero entró.
Y entró
porque convenía a todos. Era el primero en entrar tras los once del
pelotón de cabeza. Su ingreso tuvo un efecto de marketing del euro,
inmenso. Los países del Este empezaron a entrar en la Unión Europea en
2004 y ya entraron pidiendo su ingreso en el euro: "Si pueden hasta los
griegos...".
Bueno, hubo un efecto político; ya vale, no vamos a estar pagando por
ello per secula seculorum. Pero es que no fue un efecto solamente
político. Actualmente, son miembros de la zona euro 19 de los 28 de la
UE. Las economías de esos 19 países han dado lugar a un importante
agio del euro vis-à-vis las restantes divisas convertibles en los
mercados financieros globales durante un largo periodo de tiempo.
Eso ha
representado ganancias de decenas de miles de millones para quienes
tenían el euro como depósito de valor, amén de una mejora sustancial de
los términos de intercambio para la zona euro y una sustancial reducción
de la tasa de inflación, con la consiguiente mejora de la
competitividad de sus exportaciones.
Y de todo eso, que fue fruto de un
proceso en parte propiciado por haber actuado Grecia de "liebre", ¿ahora
no se habla? Los griegos se sienten utilizados y con motivo. En su
momento tuvieron que soportar y soportan todavía que se diga que "los
griegos engañaron con sus cuentas". Es esa clase de hipocresía estúpida
que nunca ayuda a resolver nada. (...)
Las transferencias de renta, no es que sean justas; es que son
necesarias para que una zona monetaria donde no todos realizan ajustes
eficientes pueda sin embargo funcionar como una zona monetaria óptima. Y
lo que vemos es que no se ha hecho ninguna transferencia de renta a
Grecia; absolutamente ninguna, ni en los peores momentos de la crisis.
Solamente préstamos, deuda cuyo servicio se exige a los griegos con un
rigor digno de Shyllock.
Todo lo más, se hizo alguna transferencia de
capital, a regañadientes y en forma de quita cuando estaba claro que los
griegos no podían pagar. Pero, claro está, eso ni ha resuelto ni podía
resolver el problema, como fácilmente se podría haber pronosticado con
arreglo a la teoría. Ahora se ha llegado al punto de aprovechar que los
griegos siguen sin poder pagar para echarlos.
Dicho de otra manera, al echar a Grecia de la zona euro nos
arriesgamos a matar la gallina de los huevos de oro. El agio del euro se
reducirá aún más, en espera de que otros casi tan poco aptos como
Grecia vayan saliendo. El efecto demostración actuará al revés, o sea
como agravio comparativo.
Si ahora no se puede dejar pasar a Grecia para
no dar mal ejemplo, en el futuro se podrá decir: "Por esto mismo se
echó a Grecia, ahora no se puede no echar a España". Y si puede pasar
terminará pasando, como sabiamente pronostica la ley de Murphy." (nuevatribuna.es | Enrique Viaña | 21 Febrero 2015)
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