"(...) Éric Toussaint. Sí. Cuando se realizó la conferencia
de Londres, los acreedores de la joven República Federal Alemana
consideraron la deuda acumulada desde los años 20 y 30 (incluidas las
que se habían emitido en reemplazo de las reparaciones de guerra de
1914-1918, establecidas por el tratado de Versalles) y las contraídas
entre 1945 y 1953.
Los signatarios, esto es, los aliados occidentales
(Estados Unidos, Francia, Reino Unido…) no sólo redujeron la deuda
(intereses y capital) de Bonn un 62,5 %, sino que también crearon las
condiciones para que la Alemania Federal se reconstruyera lo más
rápidamente posible.
Los reembolsos no debían superar nunca el 5 % de
los ingresos por exportaciones, la tasa de interés oscilaría entre el
0,5 % y el 5 % y la deuda se podía pagar en parte con moneda alemana, el
deutschemark, que entonces tenía muy poco valor para los pagos
internacionales. En la práctica eso significaba que los países
acreedores, Francia,. Bélgica, Países Bajos, Estados Unidos sólo podían
utilizar esos pagos para comprar productos… alemanes.
Participaron así a
la rápida reconstrucción de los grandes grupos alemanes, Thysen,
Siemens, IG Farben…, los mismos que habían participado en el esfuerzo de
guerra nazi. La deuda les abría mercados… En fin, los litigios con los
acreedores tenían que solucionarse en tribunales alemanes. Es casi lo
contrario de lo que la Unión Europea, el BCE y el FMI han impuesto a Grecia.
Marianne.
Es verdad, pero el acuerdo de Londres se inscribía en un marco jurídico
e ideológico mucho más amplio de reconstrucción de la Europa
occidental…
Éric Toussaint. Había que
reconstruir Alemania lo más rápidamente posible para que constituyera
una muralla frente al bloque soviético. Se pusieron los medios para
levantar a los países aliados: no solamente la anulación de las deudas
de Alemania, sino también por parte de Estados Unidos respecto a las
deudas de Francia, Bélgica, Reino Unido, etc. Se suman a ello las
donaciones: 13.000 millones dólares de la ayuda del plan Marshall
(unos 100.000 millones de dólares actuales).
Ese gesto provenía de una
reflexión del gobierno de Roosevelt antes de la liberación de Europa
sobre la oportunidad de distribuir donaciones o préstamos. Los
estadounidenses se decantaron por las donaciones. Eso evitaría que los
países europeos se vieran obligados a exportar sus productos a Estados
Unidos para obtener los dólares indispensables para el pago de sus
deudas.
Era une medida generosa, pero proteccionista. Así, las empresas
americanas no verían irrumpir en su país los productos europeos. Con las
donaciones, por el contrario, podían vender sus máquinas, herramientas,
cadenas de montaje, productos agrícolas a los europeos del oeste,
salvaguardando así el pleno empleo que Estados Unidos había alcanzado en
1942. De hecho, la apuesta hizo ganar a todo el mundo hasta mediados de
los años 1950. La lección de esa época es que la prosperidad se debe
compartir.
Marianne. ¿Es lo que se llama un círculo virtuoso?
Éric Toussaint.
Sí. Se habían aplicado las lecciones terribles del Tratado de Versalles
y de los errores de los años 20, ilustrados por John M. Keynes. Fue
también una época de regulación. En 1944 se creó el FMI para asegurar la
estabilidad de los intercambios monetarios y el control de los
movimientos de capitales; el Banco Mundial
para permitir la financiación de las economías en despegue.
Esto es lo
que generaría los "Treinta Gloriosos": unos años de expansión y de pleno
empleo en el mundo occidental, mientras que ahora la Unión Europea
sufre, en cambio, una espiral descendente aplicando políticas
restrictivas, instituyendo como dogma el equilibrio presupuestario, la
reducción de los ingresos salariales, la irrevocabilidad de las deudas, y
empujando a las economías más fuertes a desarrollarse en detrimento de
sus socios más débiles. Pero ¿por qué los alemanes se aferran a esas
políticas cuando su fracaso es patente en Grecia?
Si Angela
Merkel prosigue con esa lógica es porque considera que Europa, con
Alemania en el centro, debe ser más competitiva que Estados Unidos,
China o los demás países emergentes
a escala mundial: Rusia, Brasil, India. No tiene más perspectiva que
proseguir con la reducción de salarios y la precarización de la mano de
la obra, en su país y sus alrededores. Matteo Renzi, en Italia, y
François Hollande, en Francia, no lo discuten.
Copian poco o mucho las
reformas Harz que destruyeron el modelo social alemán a partir de
2003-2005: en Italia, con la ley sobre el trabajo, en Francia con la ley
Macron. Solamente piden un poco menos de esfuerzo presupuestario. (...)
El pueblo alemán no es responsable del nazismo. No existe una «deuda
colectiva» de los alemanes. En cambio, no se puede admitir que Angela
Merkel y Wolfgang Schäuble presenten sus exigencias con los griegos como
una política generosa. Con la crisis griega, el coste de los préstamos
del Estado a 10 años de Alemania ha pasado de 3,4 % en 2010 a 0,4 % en
2014.
Es decir, un – 75 %, lo que permite a Alemania ahorrar 63.000
millones de euros. Todo eso porque los mercados ya no quieren correr
riesgos y se abalanzan sobre los bunds. Eso también es verdad
para Francia. Las autoridades alemanas, el BCE o el FMI, cuya directora
general, Christine Legarde, afirma: «una deuda se paga», manipulan la
opinión pública.
Michel Sapin también lo hace, más amablemente. La
cuestión es movilizar a los ciudadanos para mantener a Grecia de
rodillas. Los dirigentes conservadores quieren infligir una derrota a
Tsipras para evitar que los españoles elijan a Podemos a fines de este
año. Algunos economistas falsifican la historia pretendiendo que Grecia
se encuentra en el origen de la crisis de la zona euro.
Es verdad que
Grecia es el eslabón más débil de la cadena, pero es la misma zona euro
que estaba, y lo sigue estando, mal concebida. Desde la introducción del
euro se reemplazaron unas transferencias muy importantes desde los
países del Norte hacia los países del Sur (Portugal, Grecia, Italia,
España) por unos préstamos de los grandes bancos de los grandes países
(Alemania, Francia, Italia…) hacia los países de la periferia. Los
bancos se precipitaron sobre los préstamos inmobiliarios inflando la burbuja especulativa ,
que finalmente estalló.
En 2012, se reestructuró la deuda griega y se
reemplazaron los préstamos bancarios por empréstitos de los
contribuyentes europeos. Y ese dinero —240.000 millones de euros— sirvió
para reembolsar en primer lugar a las instituciones financieras de los
países del Norte…" (Entrevista a Eric Toussaint, Hervé Nathan , Marianne, 20 de febrero de 2015, en Rebelión, 02/03/2015)
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