"La lectura de la propuesta económica de Podemos, “Un programa económico
para la gente” suscita diversas reflexiones de fondo. Los aspectos que
trata son diversos, pero quiero comentar aquí uno de ellos que hasta
ahora no he visto que destacara en ningún comentario.
He aquí, por fin,
una propuesta económica inclusiva, no sólo de la gente, en general, tal
como apunta su título, sino —y ello es sumamente raro— de los intereses y
necesidades de las mujeres. (...)
Algo sumamente raro, como digo. Algo por lo que las mujeres debemos
felicitarnos: por fin alguien toma en serio nuestras reivindicaciones y
las universaliza, es decir, las trata como un elemento indispensable al
formular una propuesta económica innovadora.
Por fin un programa
económico menciona la importancia del cuidado y del trabajo doméstico,
su carácter indispensable para la vida humana, la necesidad de que tales
tareas sean compartidas en forma igualitaria entre hombres y mujeres,
que sean consideradas también desde un punto de vista económico, tanto
para generar empleo como para recibir apoyo.
La incorporación masiva de
las mujeres al trabajo profesional ha sido una fuente de riqueza que
explica gran parte del crecimiento de los últimos decenios; pero el
hueco que ello ha supuesto para las tareas reproductivas y de cuidado
nunca ha sido seriamente considerado: era tarea de las mujeres, de su
esfera privada, no tenida en cuenta en el mundo público.
Ello nos ha
llevado a la doble jornada, a la doble responsabilidad, al excesivo
cansancio. Es hora de aflorarlo y hacer visible aquella máxima sabia:
“Lo personal es político”.
Reivindicaciones, pues, que no son exclusivas de las mujeres, pero que
surgen de nuestra experiencia y reflexión: el mejor aprovechamiento del
talento femenino, la urgencia de la creación de servicios, como por
ejemplo una red de guarderías con carácter universal, la existencia de
permisos parentales igualitarios, el rechazo de los contratos temporales
sólo para mujeres, el reparto del trabajo remunerado de modo que
hombres y mujeres tengan sólo una carga de 35 horas semanales, para
poder así compartir el cuidado familiar, etc.
Cuestiones no resueltas
que nos han conducido a la dificultad creciente para ser madres: el 1,2
criaturas por mujer en edad fértil al que ha llegado la sociedad
española muestra a las claras que, o encontramos soluciones colectivas, o
vamos directamente camino de la extinción y de la dependencia de la
inmigración.
La algarabía que se ha producido a partir de la presentación de este documento está impidiendo un indispensable debate en profundidad de las medidas propuestas. (...)
La algarabía que se ha producido a partir de la presentación de este documento está impidiendo un indispensable debate en profundidad de las medidas propuestas. (...)
La propuesta de Podemos no me parece en absoluto un documento
revolucionario. Apunta, ciertamente, a cambios en profundidad, sobre
todo a cambios de criterio respecto a lo que debieran ser las
prioridades de la actividad económica, y en este sentido marca una
ruptura con los programas al uso.
Pero partiendo de bases que
teóricamente tan sólo un insensato puede negar hoy: la necesidad de
reducir las desigualdades, de preservar la naturaleza, de poner la
economía al servicio de las personas, no de las ganancias. ¿Quién puede
negar que estos son precisamente los objetivos adecuados para la
actividad económica e incluso para las políticas que la regulen? (...)
Si algo tienen de revolucionario estas propuestas es que operan desde el
sentido común, desde un territorio liberado de la contaminación mental
que ha producido el neo-liberalismo, que nos ha llevado a razonar sólo
en función de unos parámetros repetidos machaconamente hasta la
saciedad, hasta anular la capacidad de raciocinio. (...)
Pues bien, parece claro que la economía se hizo para el hombre, y no a
la inversa. Y quizás incluso para la mujer. Hay que felicitar a los
autores que hablan de la gente, y hacen un programa económico no sólo
para “la gente”, y también para las mujeres. Hay que felicitar a Podemos
por haberlo impulsado y por tratar de llevarlo a la realidad.
Y hay que
pedir a las mujeres que se informen sobre estas propuestas, las
discutan y mejoren, porque, efectivamente, otra sociedad comienza a ser
posible si nos ponemos a ello.
Al tiempo que hay que advertir que esta
vez las mujeres no vamos a aceptar que todo quede en palabras, sino que
exigiremos medidas concretas reales, más allá de las leyes y los
discursos con los que algo hemos avanzado, pero no lo suficiente para
llegar a la forma de convivencia que necesitamos." (Marina Subirats, Público, 22/12/2014)
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