"(...) En
el último decenio, España habría sido pionera en los campos de energía
renovable (fotovoltaica, biomasa y eólica), medicina, nanotecnología,
telecomunicaciones, biofarmacéutica, biotecnología, oceanografía ,
ecoindustria, infraestructuras públicas, construcción naval, automotriz,
máquina herramienta, sector turístico y sector financiero (según el
ranking publicado por la revista Scientific American, en el 2009 España
ocuparía el décimo puesto mundial tanto en publicaciones científicas
como en gasto total en I+D+i,ocupando además el número nueve en
cantidad de doctorados).
Sin embargo, desde el 2009 los recortes en
I+D+I ascienden al 40 % con una inversión del 1,33% del PIB y cada vez
más lejos del 2% de media de la UE ,lo que tendrá como efectos
colaterales la drástica reducción de becas para investigadores y la
asfixia por inanición económica de múltiples proyectos científicos y
tecnológicos.
Así, la inversión en I+D en las Universidades Públicas (de
donde salen dos tercios de las investigaciones científicas) vio
recortado su presupuesto en el 2013 en un 80% y el Centro Superior de
Investigaciones Científicas (organismo con 130 sedes y más de 13.000
trabajadores, entre investigadores y técnicos), habría sufrido en los
últimos cuatro años una merma del 30% de financiación pública (un 9%
menos en el 2013).
Por otra parte, según un estudio
elaborado por FENAC (Federación Nacional de Asociaciones de
Consultoría), desde 2.008 se habrían marchado de España más de 300.000
jóvenes (la mayoría jóvenes universitarios en busca de un primer
empleo), con lo que se conjuga el fiasco inversor de un Estado que tras
haber gastado en la formación de cada titulado unos 5.000 € (el alumnado
sólo paga el 20% del coste real de la matrícula), asiste impotente a la
sangría imparable de la fuga de cerebros.
De seguir obviando la
inversión en inteligencia, España podría convertirse en la próxima
década en un país tercermundista a nivel de investigación e innovación,
condenado a comprar patentes extranjeras y producir productos de bajo
perfil tecnológico que requieran mano de obra de escasa o nula
cualificación y fácilmente explotable, pues aunque España sigue
compitiendo en gran número de sectores con las economías de referencia
al tener costes laborales competitivos, tendría como Talón de Aquiles de
sus exportaciones el reto de la calidad de sus productos y el no estar
bien posicionada en los mercados emergentes." (Germán Gorraiz López, Alainet, 21/05/2015)
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