"Es difícil, pero es una proposición modesta: del mismo modo que
Bruselas ha autorizado a los Gobiernos a presentar su déficit público
sin computar las ayudas a la banca, habría que intentar que se sacase
del déficit de comunidades autónomas y Ayuntamientos —las
Administraciones más próximas al ciudadano y las que han de arreglar sus
problemas más urgentes— el coste de los planes de choque contra la
pobreza y la exclusión. Objetivando sus contenidos.
Lo primero es
voluntad política. Qué buen reto para Guindos si es presidente del
Eurogrupo.
España tiene unas alarmantes cotas de pobreza. Solo es superada en
este aspecto por Reino Unido y naciones del Este europeo: el 10% de la
población más pobre (a quien irían destinados los planes de choque) ha
perdido en estos años un 13% de su renta disponible. Porcentajes que
solo se dan en depresiones o conflictos bélicos.
Esos planes (que contemplarían, por ejemplo, la primera medida
adoptada por Manuela Carmena en Madrid de incrementar en un 50% el
presupuesto para que los niños malnutridos puedan comer y cenar durante
el verano, cuando cierran los comedores escolares) no son el chocolate
del loro para el cómputo del déficit.(...)
La propuesta de dividir el déficit público en dos segmentos ya se ha
estudiado en otras ocasiones (antes se intentó con el índice de precios
al consumo para revalorizar las pensiones sin indiciarlas).
Es más
humilde que la propuesta de Jonathan Swift que planteaba que los padres
debían vender a sus hijos a los terratenientes ricos para que se los
comieran. O que la de Varoufakis, Holland y Galbraith para controlar los
costes humanos de la austeridad y la desintegración de la eurozona." (
Joaquín Estefanía , El País,
21 JUN 2015
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