"(...) Lo peor ha sido evitado: Grecia no ha sido expulsada de Europa y la
zona euro no ha estallado; las consecuencias geopolíticas de la salida
de Grecia ya no tienen por qué temerse. Pero, ¿a qué precio? ¿Cómo no
compartir las preocupaciones del Spiegel que describe este
acuerdo como "un catálogo de agravios" impuesto a Grecia y "un retroceso
para Europa"?
¿Cómo no compartir la ira de miles de griegos que tienen
la impresión de que su voto ha sido pisoteado?
Sabiendo que los dos primeros planes de rescate, aprobados por
"unanimidad", han llevado a un desplome de un 25% de la actividad del
país y a que se disparen el paro y la pobreza sin que jamás disminuya la
ratio deuda-PIB ¿quién puede pensar que este tercer plan puede sacar a
Grecia de la crisis?
¿Cómo no ver el sufrimiento del pueblo griego
cuando uno mira a esos jubilados cuyos ingresos han disminuido de un 30 ó
40% e intentan ayudar a sus hijos y a sus nietos sin tener con qué
vivir dignamente? ¿Cómo aplaudir un acuerdo de contables cuando vemos a
hombres y mujeres sufrir en carne propia la falta de acceso a la
sanidad? (...)
Sí, fuimos solidarios con Alemania en 1953, cuando este país pidió
que se reestructurase su deuda y el conjunto de los acreedores aceptó
una quita del 62%. Alemania se benefició también de un plazo de cinco
años para pagar los intereses y de un período de 30 años para
reembolsarla, sabiendo que se podían suspender los reembolsos si
representaban más de un 5% de los ingresos debidos a las exportaciones. Y
fuimos también responsables y nadie le pidió a Alemania que saliera de
la Europa naciente. Y ningún contribuyente francés o italiano tuvo que
pagar más impuestos por ello.
¿Por qué lo que fue posible en 1953 para Alemania no es posible en
2015 para Grecia? Ser responsable hoy exige ser solidario y proponer
soluciones. Una situación aún más fácil hoy ya que, desde principios de
año, el BCE compra deuda pública por 60.000 millones de euros al mes;
60.000 millones de euros creados ex profeso y puestos a disposición
gratuitamente de los bancos privados. En total, el BCE prevé inyectar al
menos 1,2 billones.
¿No se podrían coger de esa canasta los 80.000
millones necesarios para que Grecia satisfaga sus compromisos los
próximos tres años? (...)
Vemos claramente que el problema no es financiero sino, sobre todo,
político: ¿es posible aún que un pueblo de Europa elija una política que
rompa con las políticas neoliberales que guían el mundo desde hace unos
treinta años? (...)
Europa se encuentra en una encrucijada. Desde 2008, se ha dado mucho a
los bancos mientras que los pueblos se siguen apretando el cinturón. La
vieja Europa ha muerto. Más allá de algunas medidas de urgencia para
evitar el caos en Grecia, es prioritario construir una nueva Europa,
empezando con un número restringido de países que compartan la misma
ambición social y democrática, y por qué no, con el Eurogrupo.
Una
Europa que luche contra los paraísos fiscales y contra el dumping
fiscal (¿saben que la tasa media de impuestos sobre beneficios ha caído
de un 25% en Europa mientras que alcanza un 40% en EEUU?); una Europa
que deje de oponer a unos pueblos contra otros y que alimente una caja
de solidaridad mediante la tasa Tobin (una estrecha cooperación fue
lanzada por 10 países en 2013 y pretendió implantar esta tasa sobre las
transacciones financieras, aunque está bloqueada por los lobbies
bancarios.
Ésta podría reportar cada año entre 50.000 y 80.000 millones
de euros según datos de la Comisión.) Una Europa que luche contra las
deslocalizaciones con un Tratado de Convergencia Social; una Europa en
la que los 1,2 billones que el Banco Central Europeo ha previsto
inyectar al sistema en los próximos años se utilicen para financiar la
economía real y, en particular, la transición energética, lo que
permitiría reactivar la actividad en Francia y Alemania, así como en
Grecia, en vez de alimentar la especulación; una Europa con menos
competencias pero dotada de una diplomacia y defensa propias que la
conviertan en una fuerza de paz; una Europa democrática en la que el
poder no esté a manos de los lobbies y los tecnócratas, sino en el voto
ciudadano que determine cada cinco años las políticas implementadas por
un gobierno responsable ante el Parlamento... Pensamos que ha llegado el
momento de reforzar políticamente el Eurogrupo. Necesitamos de nuevas
instituciones políticas que puedan "federar" los estados miembros.
(...) miles de europeos, confusos y atolondrados, miran este partido de
ping-pong griego-alemán... En vez de rumiar esas humillaciones, en vez
de grabarlas en los tratados, es urgente completar el acuerdo con Grecia
para reestructurar su deuda e impulsar una negociación para fundar de
nuevo Europa con los ciudadanos." (
Philippe Maystadt /
Miguel Ángel Moratinos /
Michel Rocard /
Pierre Larrouturou
21 JUL 2015)
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