“Para Grecia, un Grexit representaría un gran shock a corto plazo, del
que se recuperaría económicamente a largo plazo. Para nosotros, exactamente lo
opuesto. A corto plazo, los costos son despreciables. A largo plazo, se
aceleraría la decadencia de la UE. Impedir el Grexit debería ser la prioridad
más destacada de la política alemana y europea. En interés propio.” (...)
Me gustaría especificar de qué va esto y lo que podría pasar su Grecia
se despidiera del Euro. Y no desde una perspectiva griega, sino desde una
perspectiva alemana.
* El Grexit pondría fin a la ilusión, según la cual Grecia puede servir
sus deudas. Alemania y Francia deberían contar con pérdidas conjuntas rayanas
en los 160 mil millones de euros. Aun si los tribunales determinaran que Grecia
debe seguir sirviendo su deuda en euros, poco cambiaría. El dinero,
simplemente, no está.
* Además, están los costes para los mercados financieros. El mundo es
ahora más seguro que en el momento de la caída del banco de inversión Lehman Brothers en
2008. Pero nadie sabe si los mercados podrían aguantar una bancarrota en
Grecia. Hay aquí demasiadas ramificaciones que no podemos estimar desde fuera.
* Y luego hay, además, un clase de costes
que ni siquiera podemos cifrar indiciariamente. Si los inversores y los
depositantes privados llegaran a la conclusión que, con la salida de Grecia, la
Unión Monetaria habría cambiado esencialmente, la cosa saldrá harto más cara.
La esencia de una Unión Monetaria no es la
moneda única, sino su irreversibilidad. Se puede entrar en ella, si se cumplen
determinados criterios. Pero no se sale de ella jamás. Una Unión Monetaria está
de por vida en situación de libertad condicional.
Con el Grexit eso cambia. Tendremos que
preguntarnos qué hará Italia, si la política de reformas de Matteo Renzi
naufraga. Qué pasa, si tampoco allí arranca el crecimiento y no baja el
desempleo. De los tres grandes partidos políticos italianos, dos están contra
el euro.
El tercero, el partido de Silvio Berlusconi, ha
llegado a desarrollar ya tendencias euroescépticas. Imagínense ustedes
simplemente que el Grexit funciona para Grecia desde el punto de vista
económico, aun con las previsibles dificultades iniciales.
Tras uno o dos años,
el shock habría sido digerido, y entonces se iría para arriba. ¿Cómo verá esto
Italia? ¿No confirmará esto a los euroescépticos en su juicio de que Italia
haría bien en abandonar el euro y beneficiarse de una devaluación masiva?
Y luego están los costes políticos,
difícilmente cuantificables. Grecia es y se mantiene como miembro de pleno
derecho de la Unión Europea y de la OTAN. Las amenazas de que una salida del
euro traería ineluctablemente una salida de la UE son pura –y peligrosa—
palabrería. No hay ningún mecanismo por el que la UE pueda forzar la salida de
un país democrático.
Ni siquiera se ha puesto en cuestión la pertenencia
de Hungría, aun cuando motivos no
faltan. Grecia, así pues, seguiría siendo miembro de la UE, seguiría teniendo
por consiguiente derecho a subvenciones del presupuesto de la UE y, encima, su
primer ministro mantendría un derecho de veto en el Consejo Europeo.
En todo caso, habría que esperar que tanto
Grecia como Chipre profundicen su colaboración milutar con los rusos. Sería
entonces sólo cuestión de tiempo que llegáramos a ver bases militares rusas en
el Mediterráneo. (...)"
(¿De verdad puede Europa prescindir de Grecia? El cálculo fatalmente catastrófico, de Wolfgang Münchau es columnista económico del semanario alemán Der Spiegel y coeditor alemán del Financial Times, Sin Permiso, 28/06/2015)
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