"(...) La teoría neoclásica justifica la implantación de esquemas de pensiones de gestión privada apoyándose en la hipótesis de mercados eficientes.
Si los mercados son eficientes, los recursos se colocaran
automáticamente de manera óptima en línea con los objetivos de largo
plazo de la sociedad. (...)
Sin embargo, existe suficiente evidencia empírica que invalida la hipótesis de eficiencia de los mercados financieros
de manera que en un contexto de fuerte sobrevaloración de activos los
esquemas de de gestión privada pueden generar pérdidas importantes.
Dicho de otra manera, esquemas de sistemas de pensiones completamente
privados como los existentes en algunos países, el caso de Chile es el
más paradigmático, no solo no supone en realidad una protección real de
las rentas futuras a obtener, sino que en determinados episodios de
exuberancia irracional, como consecuencia de una excesiva propensión al
riesgo, la explosión de una burbuja o inflación de activos financieros
como la actual implicaría un empobrecimiento masivo de los pensionistas.
Problemas de riesgo moral en los sistemas de pensiones privados
Además del riesgo precio, que invalida la hipótesis de eficiencia de
los mercados financieros, los sistemas de pensiones completamente
privados presentan una serie de riesgos adicionales ignorados
completamente por la ortodoxia neoclásica. En primer lugar, el riesgo de variabilidad del inversor individual.
Muchos inversores invierten e invertirán mal y corren el riesgo de
obtener unos muy bajos rendimientos o pérdidas. En este caso, la carga
final podría recaer sobre el erario público, si finalmente se pone en
marcha una red de seguridad de pensiones con apoyo público. Ello
conlleva un tremendo problema de riesgo moral ya que muchos contribuyentes podrían invertir de una manera excesivamente arriesgada sabiendo que existe una red de seguridad.
Pero además los sistemas completamente privatizados presentan una
serie de inconvenientes adicionales que los economistas convencionales
suelen obviar. Los costes administrativos de los esquemas de sistemas de pensiones privados son muchísimo más altos.
Por ejemplo, a principio de la década de los 90, en el sistema de
pensiones chileno, totalmente privatizado, los costes administrativos
eran 5,5 veces más altos que en el sistema de Seguridad Social existente
en Estados Unidos. Además, estos costes son tremendamente regresivos
porque son de carácter fijo, repartidos por igual en todas las cuentas,
lo que afecta negativamente a aquellas cuentas de ingresos bajos.
Los sistemas de pensiones basados en esquemas totalmente privatizados
no proporcionan una serie de beneficios que son parte del sistema de
Seguridad Social existente. Estos incluyen prestaciones de invalidez por
accidente laboral y beneficios para el cónyuge y los hijos a cargo en
caso de muerte accidental.
Finalmente, los sistemas privados carecen de
la dimensión progresiva redistributiva de los sistemas de reparto. En
los sistemas de reparto se asegura que incluso en el caso de que el
flujo de ingresos derivados de la actividad de un trabajador se
interrumpa, los trabajadores aún así podrían terminar con una pensión de
jubilación razonable.
En el contexto actual, donde los lobbies campan a sus anchas, es más
necesario que nunca, cuando se utilizan una serie de hipótesis para
justificar acciones de política económica, comprobar las hipótesis que
hay detrás. Si no se cumplen, y los problemas reales no se atacan, los
efectos sobre la población, especialmente la más desfavorecida, serán
brutales e irreversibles." (Juan Laborda, Vox Populi, 27/05/2015)
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