"Europa y el proyecto europeo se encuentran en un punto muerto. Por un lado, los profundos errores de política económica,
donde la mayoría de los economistas aún no han entendido como
interaccionan las dinámicas de deuda y el ciclo económico. La inmensa
mayoría de ellos no tienen ni idea qué es una recesión de balances.
Por
otro, la utilización del Banco Central Europeo para extender el poder
del bloque acreedor y mantener la hegemonía de la superclase bancaria a
cambio de más sacrificios a los deudores. Incompetencia estructural y lucha de clases.
Existe suficiente evidencia para afirmar que las recomendaciones y recetas de la ortodoxia económica han fracasado.(...)
Los índices de miseria en aquellos países intervenidos han aumentado
hasta niveles insospechados; y, para colmo, el volumen de deuda pública
sobre PIB alcanza niveles jamás vistos, hasta el punto de que en
diversos países, entre ellos el nuestro, la deuda pública y privada se
encuentra en una senda dinámica explosiva e insostenible. (...)
Por qué después de tanta evidencia continúan recomendando las mismas recetas. Sólo caben dos respuestas, la incompetencia estructural, o el instinto de clase.
En realidad hay una mezcla de las dos hipótesis, pero el empecinamiento
de la implementación de políticas fracasadas hace que la balanza se
decante finalmente por la segunda. Detrás de las políticas económicas de
la Troika (Fondo Monetario Internacional, Comisión Europea, y Banco
Central Europeo) se encuentra la defensa de ciertos intereses de clase.
Por un lado, se defienden a unos acreedores -especialmente al sistema
bancario alemán que canaliza el ahorro de los teutones- que en ningún
momento han asumido su mala gestión del riesgo y que no están dispuestos
a perder ni un solo euro de su bolsillo por sus errores en la
asignación de activos. Por otro lado, se protege a un sistema bancario
cuyos balances inflados presentan en líneas generales notorios déficits
de capital.
Son ellos, acreedores del norte y sistema bancario europeo,
quienes han impuesto erróneamente las políticas de austeridad a los
habitantes del sur de Europa. Cuidado, digo a los habitantes porque por
otro lado se ha rescatado a los diferentes bancos nacionales con dinero
público.
Este proceso de socialización de pérdidas privadas ha
disparado, por ejemplo, nuestra deuda pública hasta niveles récord a la
vez que empeoraban nuestras condiciones de vida. (...)
Europa, frente a las políticas implementadas, tenía alternativas de política económica. Cuando
se entra en una recesión de balances es necesaria una reestructuración
ordenada de la deuda y de quien la concedió, el sistema bancario.
¿Por qué Europa no redujo el tamaño de su sistema bancario acorde con
la economía real, a costa de gerencia y acreedores? Se trataba de una
condición necesaria para la reactivación, pero no suficiente.
En
recesión de balances, además, es necesaria una política fiscal expansiva
centrada en gasto social y en un vasto programa de nuevas
infraestructuras e impulso tecnológico que arrastre a la inversión
privada, que ni está ni se le espera.
Esto último no supondría ningún
aumento de la deuda pública. Se podría financiar vía bancos centrales,
lo que además ahuyentaría el riesgo de deflación. Pero da igual, ¡la
deuda pública para rescatar a la superclase y pagar a acreedores! (...)" (Juan Laborda, Vox Populi, 29/07/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario