"Resulta deprimente pensar en Grecia ahora mismo, así que vamos a
hablar de otra cosa, ¿vale? Hablemos, para empezar, de Finlandia, que no
podría parecerse menos a ese otro país corrupto e irresponsable del
sur.
Finlandia es un ciudadano europeo modélico; tiene un Gobierno
honrado, unas finanzas sólidas y una buena calificación crediticia, lo
que le permite adquirir préstamos con tipos de interés increíblemente
bajos.
También se encuentra en el octavo año de una recesión que ha reducido
el producto interior bruto per cápita un 10% y que no da muestras de
remitir. De hecho, si no fuese por la pesadilla del sur de Europa, los
problemas a los que se enfrenta la economía finlandesa podrían
considerarse sin duda un desastre colosal.
Y Finlandia no es la única. Forma parte de un arco de declive
económico que se extiende por todo el norte de Europa hasta Dinamarca
—que no está en el euro, pero gestiona su dinero como si lo estuviese— y
llega hasta Holanda.
A todos estos países les va, por cierto, mucho
peor que a Francia, cuyo sistema económico critican muchísimo los
periodistas que detestan su sólida red de seguridad social, pero que de
hecho ha aguantado mejor que el de casi cualquier otro país europeo,
salvo Alemania.
¿Y qué hay del sur de Europa, aparte de Grecia? Los funcionarios
europeos han anunciado a bombo y platillo la recuperación de España, que
hizo todo lo que se suponía que debía hacer, y cuya economía por fin ha
empezado a crecer otra vez e incluso a generar empleo. Pero el éxito,
al estilo europeo, es una tasa de paro que sigue estando cerca del 23% y
una renta real per cápita que sigue estando un 7% por debajo de los
niveles anteriores a la crisis. Portugal también ha aplicado
obedientemente las drásticas medidas de austeridad (y sigue siendo un 6%
más pobre que antes).
¿Por qué hay tantos desastres económicos en Europa? En realidad, lo
sorprendente en este momento es lo mucho que difieren los orígenes de
las crisis europeas. Sí, el Gobierno griego se endeudó demasiado. Pero
el español no lo hizo; la historia de España únicamente tiene que ver
con los préstamos privados y la burbuja inmobiliaria.
Y la de Finlandia
no tiene nada que ver con la deuda. Se debe más bien a la escasa demanda
de productos forestales, que siguen siendo una importante exportación
nacional, y los traspiés de la fabricación finlandesa, en especial el de
su antiguo adalid nacional, Nokia.
Lo que todas estas economías tienen en común, sin embargo, es que al
formar parte de la eurozona, se han puesto a sí mismas una camisa de
fuerza económica. Finlandia sufrió una crisis económica muy grave a
finales de la década de 1980 (mucho peor, al principio, que la que
padece ahora).
Pero fue capaz de orquestar una recuperación bastante
rápida, en gran medida porque devaluó drásticamente su moneda, y sus
exportaciones se volvieron más competitivas. Esta vez, por desgracia, no
tenía moneda que devaluar. Y lo mismo puede decirse de los demás países
problemáticos de Europa.
¿Significa esto que la creación del euro fue un error? Bueno, sí.
Pero esto no equivale a decir que debería eliminarse ahora que ya
existe. Ahora, lo urgente es aflojar esa camisa de fuerza. Esto
supondría actuar en distintos frentes, desde la unificación del sistema
de garantías bancarias hasta la disposición a aliviar la carga de la
deuda de los países donde la deuda es el problema.
También supondría la
creación de un entorno general más favorable para los países que tratan
de sobrellevar la mala suerte, renunciando a una austeridad excesiva y
haciendo todo lo posible por aumentar la tasa de inflación de Europa
—ahora inferior al 1 %— hasta que vuelva al menos al objetivo oficial
del 2 %.
Pero hay muchos funcionarios y políticos europeos que se oponen a
todas y cada una de las propuestas que podrían hacer viable el euro y
siguen creyendo que todo iría bien si cada cual mostrase la suficiente
disciplina. (...)" (
Paul Krugman , El País,
4 JUL 2015)
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